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El giro en el mercado mundial de petróleo podría sea efímero

Los precios de la gasolina han bajado recientemente, pero eso podría no durar en el largo plazo debido a la dinámica del mercado petrolero y el fin del suministro adicional de crudo que EEUU inyectó desde su reserva estratégica. FOTO: Washington Post por Dustin Chambers.

El descenso en el precio actual no se debe a una abundante oferta, sino al creciente temor a una recesión.

Mientras la crisis energética envuelve a Europa, el mercado mundial de petróleo ha ofrecido un modesto alivio, con precios del crudo que se deslizan a la baja y operadores preocupados por la economía mundial.  Pero este cambio podría ser efímero.

Por el momento, los líderes mundiales que hace décadas que luchan contra la inflación alta reciben con satisfacción la disminución del precio del petróleo.  El presidente de EEUU Joe Biden, cuyos índices de aprobación bajaron cuando los precios de la gasolina alcanzaron puntos máximos hace unos meses, no desaprovechó la oportunidad de asegurar a los estadounidenses que conducir un vehículo está volviendo a ser más barato otra vez.

Los mercados de petróleo han evitado los escenarios apocalípticos que los analistas energéticos advertían hace apenas seis meses, cuando parecía inevitable una crisis al estilo de los años setenta ya que el aumento desenfrenado de la demanda pospandémica se enfrentaba a la posibilidad de una nueva interrupción del suministro.

JPMorgan indicó que el petróleo Brent podía alcanzar los $300 por barril si las sanciones occidentales a Rusia provocaban un cierre general del sector petrolero del país.  Pero el miércoles cotizaba a $99,72 el barril, lo que supone un descenso de más del 28 por ciento desde el máximo de este año, cercano a los $140, que se alcanzó en los días posteriores a la invasión de Rusia a Ucrania en febrero.

Este precio del petróleo sigue siendo muy alto, casi el doble del promedio a largo plazo, y más que suficiente para que los productores, desde Texas hasta el Kremlin, sigan obteniendo ganancias.  Aun así, no es una crisis de precios.

Pero nadie debería ser demasiado optimista con este mercado más blando.  Los precios del petróleo pueden caer por buenas razones, como los avances tecnológicos que reducen la demanda o que liberan más oferta, y también por malas razones, como una recesión.  Y este mercado petrolero no está en buen estado.

La caída del precio actual no se debe a que la oferta sea abundante, sino a que el aumento de la inflación y de las tasas de interés genera temores a una recesión, principalmente en Europa.

La escasa demanda de petróleo en China también está siendo un problema en un mercado que se ha acostumbrado a depender de la incesante sed de crudo del país.

La abundancia de la oferta en algunos lugares se debe a acontecimientos inesperados —como en Rusia, donde las sanciones occidentales apenas han hecho mella en el sector petrolero— o poco naturales, como en Estados Unidos donde Biden ordenó que se dispusiera del petróleo de una reserva federal de emergencia para incorporarlo al mercado. Esto ha contribuido a fijar un tope a los precios, pero el hecho de que un gobierno tome la decisión de liberar volúmenes históricos de petróleo de emergencia para controlar el mercado no es una situación que se haya generado como efecto natural de los eventos.

Algunos de estos factores que empujan el precio hacia abajo tienen fecha de caducidad.  El programa de liberación de existencias de Estados Unidos termina en noviembre, y será necesario reponer las reservas de emergencia.  En diciembre, Europa y el Reino Unido van a prohibir la cobertura de seguros para los buques que transportan el crudo ruso —una medida que puede reducir drásticamente las exportaciones rusas más allá de lo que han logrado las sanciones.

Los temores económicos aún no han afectado a la demanda.  Una profunda recesión podría cambiar drásticamente todos los fundamentos de los mercados de materias primas, como en los años 80, cuando la escasez dio paso a casi una década de abundancia.  Pero las recesiones cortas tienden a reducir la demanda de petróleo solo durante un breve período: al mismo tiempo que las economías se recuperan, también lo hace el consumo.

Mientras tanto, los fundamentos de la oferta y la demanda que tanto asustaron a los analistas del petróleo hace unos meses siguen acechando bajo la superficie del mercado.  La capacidad de producción remanente de la OPEP, fuente de su poder de mercado durante décadas, está disminuyendo.  Incluso la producción del cartel está ahora muy por debajo de sus propias cuotas, ya que las de algunos miembros demuestra una caída irreversible.

El principal productor de la OPEP, Arabia Saudita, que sí dispone de una importante capacidad de producción adicional, ya está sugiriendo interrumpir nuevamente la producción para mantener los precios, una idea que alarmará a los países consumidores y que podría neutralizar cualquier petróleo adicional que salga de Irán, si se relajan las sanciones a su industria.

La inversión en nueva producción fuera de la OPEP sigue siendo escasa.  Wall Street es reacio a financiar más proyectos de combustibles fósiles, ya que podrían ahora quedar obsoletos con la nueva política ambiental.  Las grandes empresas están destinando menos capital a las fases iniciales que antes de la pandemia.

Los inversionistas están obligando a los anteriormente prolíficos operadores de esquisto de EEUU a destinar su bonanza de precios más altos de este año a distribuir dividendos, no a nuevas y costosas perforaciones.  La época en la cual se podían perforar suficientes pozos para satisfacer toda la demanda mundial adicional ha terminado.

Un menor suministro de combustibles fósiles por parte de los productores podría parecer una buena noticia para el medio ambiente.  Pero no si induce un shock de precios como el que afronta Europa con el gas, algo que obliga a los gobiernos a subsidiar el consumo. Además, los consumidores muestran pocas señales de abandonar el petróleo a corto plazo. Se prevé que este año la demanda mundial otra vez llegue al nivel alcanzado antes de la pandemia y que vuelva a crecer en 2023.

La oferta tendrá dificultades para seguir el ritmo. Una recesión o la liberación de más petróleo de emergencia podrían disfrazar esa realidad, durante un tiempo.  Pero esto solo hará que el próximo ciclo ascendente sea aún peor.

Derek Brower

Derechos de Autor - The Financial Times Limited 2021.

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