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La economía china no superará a la estadounidense hasta 2060, si es que lo hace

A pesar del éxito absoluto logrado por Xi Jinping en China al ser nombrado presidente por un tercer período sin precedentes, la realidad económica del dragón asiático esconde un trasfondo de deterioro que lo pone en desventaja con EEUU. FOTO: EFE/EPA/WU HAO.

El consenso de que Pekín puede alcanzar cualquier objetivo que se proponga ignora el ritmo de desaceleración de los últimos años.

Ahora que inicia su tercer mandato, el objetivo de Xi Jinping es convertir a China en un país desarrollado de nivel medio en la próxima década, lo que implica que la economía deberá crecer a un ritmo de alrededor del 5 por ciento. Pero las tendencias subyacentes (mala demografía, fuerte endeudamiento y disminución del crecimiento de la productividad) sugieren que el potencial de crecimiento global del país es aproximadamente la mitad de esa tasa.

Las consecuencias de un crecimiento chino del 2,5 por ciento aún no se han digerido del todo en ningún sitio, ni siquiera en Pekín. Por un lado, suponiendo que EEUU crece al 1,5 por ciento, con tasas de inflación similares y un tipo de cambio estable, China no superaría a EEUU como mayor economía del mundo hasta 2060, si es que lo hace.

El crecimiento a largo plazo depende de que haya más trabajadores que utilicen más capital y que lo hagan de forma más eficiente (productividad). China, cuya población está disminuyendo y cuyo crecimiento de la productividad está en declive, ha crecido inyectando más capital en la economía a un ritmo insostenible.

China es ahora un país de ingresos medios, una etapa en la que muchas economías empiezan a ralentizarse de forma natural, dada su mayor base. Su ingreso per cápita es actualmente de $12.500, una quinta parte del estadounidense. En la actualidad hay 38 economías avanzadas, y todas ellas superaron el nivel de ingresos de $12.500 en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de forma bastante gradual. Solo 19 crecieron al 2,5 por ciento o más durante los siguientes 10 años, y lo hicieron con el impulso de más trabajadores; en promedio, la población en edad laboral creció al 1,2 por ciento anual. Solo se redujo la mano de obra en dos economías (Lituania y Letonia).

China es un caso atípico. Sería el primer gran país de ingresos medios en mantener un crecimiento del producto interno bruto del 2,5 por ciento a pesar del descenso de la población en edad laboral, que comenzó en 2015. Y en China este declive es bastante marcado, en vías de caer a un ritmo anual de casi el 0,5 por ciento en las próximas décadas. Por otro lado, está la deuda. En los 19 países que mantuvieron un crecimiento del 2,5 por ciento después de alcanzar el nivel de ingresos actual de China, la deuda (incluida la del gobierno, los hogares y las empresas) alcanzó un promedio del 170 por ciento del PIB. Ninguno tenía una deuda tan elevada como la de China.

Antes de la crisis de 2008, la deuda de China se mantenía estable en torno al 150 por ciento del PIB; después comenzó a bombear crédito para impulsar el crecimiento, y las deudas se dispararon hasta el 220 por ciento del PIB en 2015. Las deudas excesivas normalmente conducen a una fuerte desaceleración, y la economía de China se desaceleró en la década de 2010, pero solo del 10 por ciento al 6 por ciento, de forma menos dramática de lo que predecían los patrones del pasado.

China evitó una desaceleración más profunda gracias al auge que hubo en el sector tecnológico y, sobre todo, a la emisión de más deuda. La deuda total alcanza el 275 por ciento del PIB, y gran parte de ella financió la inversión en la burbuja inmobiliaria, en la que se desperdició demasiado.

Aunque el capital (sobre todo la inversión inmobiliaria) contribuyó a impulsar el crecimiento del PIB, el crecimiento de la productividad se redujo a la mitad, hasta el 0,7 por ciento, en la última década. La eficiencia del capital se derrumbó. China tiene ahora que invertir $8 para generar $1 de crecimiento del PIB, el doble que hace una década, y el peor desempeño comparado con cualquier economía importante.

En esta situación, un crecimiento del 2,5% por ciento será un gran logro. Un crecimiento sostenido de la productividad del 0,7 por ciento apenas compensará el descenso de la población. Para alcanzar un crecimiento del PIB del 5 por ciento, China necesitaría tasas de crecimiento del capital cercanas a las de la década de 2010. La mayor parte de ese dinero se destinó a infraestructuras físicas: carreteras, puentes y viviendas. Dada la magnitud de la crisis inmobiliaria, es probable que el crecimiento general del capital vuelva a caer aproximadamente al 2,5 por ciento.

Por supuesto, el consenso es que China puede alcanzar cualquier objetivo que establezca el gobierno, pero las previsiones de consenso no tienen en cuenta el ritmo de la desaceleración de China de los últimos años, incluido éste, en el que es probable que el crecimiento caiga por debajo del 3 por ciento. Alrededor de 2010, muchos analistas prominentes pensaban que la economía de China iba a superar a la de Estados Unidos en términos nominales para 2020.

En 2014, algunos economistas afirmaban que China ya era la mayor economía del mundo en términos de paridad del poder adquisitivo, una construcción que se basa en valores cambiarios teóricos que no significan nada en el mundo real. Estos teóricos sostenían que el yuan estaba muy infravalorado y que iba a terminar apreciándose frente al dólar, revelando el dominio de la economía china.

Sin embargo, lo que sucedió es que la moneda china se depreció, y su economía sigue siendo un tercio más pequeña que la estadounidense en términos nominales. En todo caso, el 2,5 por ciento es una previsión optimista que resta importancia a los riesgos para el crecimiento, como las crecientes tensiones entre China y sus principales socios comerciales, el aumento de la interferencia gubernamental en el sector privado más productivo (la tecnología) y la preocupación cada vez mayor por el monto de la deuda.

El crecimiento del 2,5 por ciento de China tiene importantes consecuencias para sus ambiciones como superpotencia económica, diplomática y militar. Las probabilidades de que China disminuya su tamaño son mayores de lo que el mundo estima.

El autor es presidente de Rockefeller International.

Ruchir Sharma

Derechos de Autor - The Financial Times Limited 2021.

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