Las amenazas nucleares de Putin pretenden asustar a Ucrania y a sus aliados para que se echen atrás.
Vladimir Putin, después de pronunciar un discurso sobre política exterior el jueves, insistió en que Rusia sólo ha "insinuado" el uso de armas nucleares tras las amenazas de los líderes occidentales. Un ataque nuclear a Ucrania, añadió el presidente, no tendría "ningún sentido político ni militar". Sin embargo, Putin intensificó la acusación que Moscú lleva haciendo toda la semana de que Ucrania está desarrollando una bomba "sucia" con material radiactivo. No está claro si, como temen los aliados de Kiev, estas afirmaciones sin fundamento podrían ser un pretexto para la escalada del Kremlin. Pero son una señal de que la guerra de Moscú contra Ucrania está entrando en un periodo de peligro grave.
Moscú ya ha hecho acusaciones falsas de que Ucrania se estaba preparando para utilizar armas químicas o biológicas. Las capitales occidentales también temían que el Kremlin estuviera preparando el terreno para una operación de "bandera falsa" en la cual pudiera emplear esas armas. Las afirmaciones de Rusia de que Kiev podría hacer estallar un artefacto radiactivo con el objetivo de culpar a Rusia —Putin dijo haber ordenado a su ministro de Defensa que las comunicara a sus homólogos extranjeros—, han sido más insistentes. EEUU, el Reino Unido y Francia han condenado, con razón, las acusaciones como "claramente falsas".
No se puede descartar la posibilidad de que Rusia esté planeando una operación de bandera falsa. Putin ya lo ha hecho antes. En 1999, consolidó su apoyo al culpar a los "terroristas" chechenos de los mortíferos atentados contra apartamentos rusos que, según pruebas circunstanciales, fueron organizados por la policía secreta de Moscú.
Las advertencias de bomba sucia también pueden formar parte de una elaborada farsa destinada a intimidar a los oponentes de Moscú, ya que amplifican sus amenazas nucleares y sugieren la voluntad de llevarlas a cabo. Las insinuaciones sobre el uso de armas nucleares han formado parte de la estrategia rusa desde el primer día de su invasión de Ucrania. El objetivo ha sido disuadir a los países de la OTAN de intervenir directamente o suministrar a Kiev armamento decisivo.
Hay algunos indicios de que, tras los recientes avances militares de Ucrania, Putin podría estar intentando detener el conflicto y afianzar los avances territoriales de Rusia. El jueves insistió en que, tarde o temprano, Occidente "tendrá que iniciar conversaciones sobre nuestro futuro común". Es posible que Putin haya llegado a la conclusión de que la anexión de cuatro regiones ucranianas y asegurar un puente terrestre hacia Crimea podrían venderse a los rusos —junto con la neutralidad militar de Ucrania— como una "victoria".
En este escenario, la arriesgada movilización parcial de Putin tiene como objetivo garantizar que Rusia pueda mantener este territorio. El bombardeo de infraestructuras para privar a los ucranianos de energía y agua a medida que se acerca el invierno pretende doblegar su determinación. El ruido de sables nucleares pretende intimidar a Ucrania y a sus aliados occidentales para que den marcha atrás.
El presidente de Ucrania Volodymyr Zelenskyy nunca podría aceptar las "condiciones" de Putin. Los aliados de Kiev tampoco pueden permitir que Putin, como en 2014, salga ganando con el uso de la fuerza. Eso simplemente lo animaría a adoptar un comportamiento agresivo hacia otros países y sentaría un terrible precedente para otras potencias nucleares.
El único camino viable, aunque enervante, para los aliados de Ucrania es entonces continuar con su estrategia actual. Aumentar la ayuda militar a Ucrania, sondeando las líneas rojas de Rusia con cuidado, y aumentar la presión económica sobre Rusia. Ucrania necesita sistemas de defensa aérea contra los misiles y drones rusos, así como ayuda financiera y práctica para reconstruir las infraestructuras y viviendas dañadas.
Eso no significa que no haya lugar para la negociación. La diplomacia puede operar junto a la presión militar sin ser una señal de capitulación o apaciguamiento. Las comunicaciones extraoficiales, incluidos los contactos entre militares, también son vitales en medio de las tensiones actuales. Sesenta años después de la crisis de los misiles en Cuba, las lecciones aprendidas en aquel entonces no son menos importantes hoy.
Derechos de Autor - The Financial Times Limited 2021.
© 2021 The Financial Times Ltd. Todos los derechos reservados. Por favor no copie y pegue artículos del FT que luego sean redistribuidos por correo electrónico o publicados en la red.
Lea el artículo original aquí.