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El difícil equilibrio de los bancos centrales

La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, durante una conferencia de prensa a raíz de la reunión del comité de gobierno del BCE en Frankfurt la semana pasada. FOTO: EFE/EPA/RONALD WITTEK.

Vencer la alta inflación es vital, pero los riesgos que implica la política más estricta son cada vez mayores.

En 2015, tras varias falsas alarmas de que los precios iban a despegar, el exsecretario del Tesoro de EEUU Lawrence Summers señaló que la Reserva Federal no debía subir las tasas de interés hasta haber visto "la parte blanca de los ojos de la inflación". Ahora que la inflación está cerca de los máximos de los últimos 40 años en todo el mundo desarrollado, los banqueros centrales están más bien preocupados por relajar la contracción de la política monetaria antes de que haya pruebas sólidas de que las presiones sobre los precios están disminuyendo. Tienen razón al desconfiar de que la alta inflación pueda afianzarse. Pero a medida que las tasas de interés suben, se enfrentan a un acto de equilibrio cada vez más desafiante, ya que también crecen los riesgos de recesiones económicas más profundas y turbulencias en los mercados financieros.

A pesar de que los bancos centrales están subiendo las tasas de interés este año con una sincronización que no se había visto en las últimas cinco décadas, la inflación en las economías avanzadas se ha mantenido obstinadamente alta. La relajación de la política fiscal y, fuera de Estados Unidos, la debilidad de las divisas, se han sumado a las presiones que ya afectan los precios, como las derivadas de la escasez de mano de obra, los elevados precios de la energía y de los alimentos, y los atascos en las cadenas de suministro. Se espera que los bancos centrales de EEUU y Gran Bretaña fijen fuertes subidas de tasas en sus reuniones de la próxima semana. El Banco Central Europeo elevó el jueves la tasa de depósitos a su nivel más alto desde 2009.

Con una inflación entre cuatro y cinco veces superior a los objetivos, los bancos centrales tendrán que aumentar aún más el costo del crédito. Cuanto más tiempo se mantenga elevada la inflación, mayor será la probabilidad de que los elevados precios se incorporen a las expectativas, haciendo que los salarios y los precios sigan aumentando. De hecho, algunas mediciones de las expectativas de inflación a medio plazo de los hogares y las empresas en el Reino Unido, la eurozona y Estados Unidos siguen estando por encima del objetivo del 2 por ciento. Los banqueros centrales también son conscientes de que intentar salir de un régimen de alta inflación, una vez afianzado, requeriría un endurecimiento más agresivo y costoso. Y aunque las presiones de los precios de la energía y de la cadena de suministro han disminuido recientemente, siguen existiendo riesgos al alza.

Sin embargo, a medida que la política monetaria se ha vuelto más restrictiva, han surgido quienes solicitan que los bancos centrales la relajen en medio de crecientes riesgos de recesión. La subida de las tasas ya está frenando la demanda: las condiciones de endeudamiento de las empresas se han endurecido, los costos de las cuotas hipotecarias están aumentando y hay signos incipientes de que los mercados laborales se están enfriando. Existe el riesgo de que los bancos centrales vayan demasiado lejos, y conviertan una desaceleración en una crisis. Esto podría significar una oleada de quiebras de empresas, fuertes caídas de los precios de la vivienda y un aumento del desempleo.

Tras una década de tasas de interés bajas y amplia liquidez, también hay señales de advertencia de que la rápida subida de las tasas (y la prevista reducción de los desmesurados balances de los bancos centrales) puede alterar la estabilidad financiera. Las recientes turbulencias en los fondos de pensiones del Reino Unido han demostrado lo volátiles que son los mercados. Mientras tanto, las tensiones han ido aumentando en el mercado del Tesoro de EEUU; y en la eurozona la subida de las tasas está aumentando la presión sobre los diferenciales de los bonos soberanos periféricos.

La tarea de fijar la política monetaria dista mucho de ser una ciencia exacta, pero en estos momentos los riesgos de una contracción tanto excesiva como insuficiente se amplifican, sobre todo porque la incertidumbre económica también es elevada. Los banqueros centrales deben evaluar la rapidez con la cual la subida de las tasas se transmite a la economía real y las repercusiones que tienen las medidas de los bancos centrales en otros ámbitos. Calibrar la política es aún más difícil, ya que los gobiernos intentan proteger a las economías frente a los altos costos de la energía, y a medida que aumentan las tensiones geopolíticas.

Los bancos centrales deben centrarse en reducir la inflación. Pero tendrán que actuar con más cuidado, vigilando con firmeza los riesgos de los mercados económicos y financieros. Sobre todo, deben tener cuidado de que en su afán por mitigar el riesgo de que la alta inflación se vuelva endémica, no terminar provocando involuntariamente toda una nueva serie de amenazas.

La Junta Editorial

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