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La fiesta electoral de Elon Musk

La sede principal de Twitter en San Francisco es un sitio clave en el desarrollo de la información que se diseminará por medios sociales y de prensa durante la jornada electoral de las intermedias el día de hoy y a medida que se anuncian los resultados en los próximos días. FOTO: EFE/EPA/GEORGE NIKITIN.

El nuevo jefe de Twitter ha obtenido el poder de posiblemente influir en los procesos electorales justo antes de las elecciones intermedias.

Probablemente aún no lo sepan, pero somos ratas de laboratorio en un experimento democrático estadounidense. El científico responsable no deja de emitir mensajes contradictorios — no es un tipo sensato. Sin embargo, sigue adelante. Lo fundamental del experimento es observar el impacto de la desinformación en las elecciones intermedias estadounidenses pocos días después de que la plataforma política más influyente del mundo se deshiciera abruptamente de la mayoría de sus controles de seguridad. El viernes pasado, cuatro días antes de las elecciones, Elon Musk despidió a la mitad del personal de Twitter. Se eliminaron algunas divisiones, entre ellas su equipo de ética, transparencia y responsabilidad. Otras que vigilan la desinformación electoral y la moderación de contenido recortaron entre el 15 por ciento y tres cuartas partes de su personal.

El resultado es una oleada de oscuras tonterías sobre el fraude electoral y el voto múltiple que supuestamente se llevará a cabo el martes. A diferencia de las últimas elecciones intermedias en 2018 y de las últimas elecciones presidenciales de 2020, Twitter dejó de preocuparse por moderar o colocar advertencias a las mentiras indiscutibles, y sobre todo de suspender las cuentas que hacen precisamente eso. Con la intervención personal de Musk, el sitio web está restaurando las cuentas suspendidas que difunden mitos sobre el fraude electoral (véase Mark Finchem, el candidato Republicano para el cargo de secretario de estado de Arizona). Como resultado, el sitio web, y la Internet en general, está inundado de conversaciones sobre conspiraciones electorales que podrían dificultar aún más el arduo trabajo de contar con calma los votos el martes.

Se podrá preguntar, ¿a quién le importa? Los lectores de Apuntes desde el Pantano que no están en Twitter podrían descartar estas actividades como un espectáculo secundario que tendrá, en el peor de los casos, un impacto marginal en los resultados del martes. "Twitter no es la vida real", señalarán. Esa frase tiene cierto sentido. Pero depende de cómo lo vea uno: Twitter no es la vida real, del mismo modo que la banca en línea no es la banca real, y las reuniones a través de Zoom no son reuniones reales. ¿Habría llegado Donald Trump a la presidencia en 2016 sin su cuenta de Twitter?

Ahora, volvamos a Musk. Acaba de convertirse en el amo y señor de la plaza pública digital más importante de Estados Unidos en vísperas de lo que he descrito como las elecciones intermedias más importantes de la historia estadounidense. Su integridad está muy cuestionada. La semana pasada, Musk fue un impulsor clave (probablemente el principal impulsor clave) en la cadena de conspiración falsa que insinuaba que el esposo de Nancy Pelosi, Paul Pelosi, fue víctima de un romance gay fallido y no de un extremista que irrumpió en su casa. Musk publicó el enlace a un artículo de un sitio que es conocido por traficar con conspiraciones falsas. La historia no tenía ningún fundamento. Más tarde, Musk borró su tuit. Fue en sí mismo un ejemplo del tipo de mitos oscuros que se inventan sobre personas como David DePape, el hombre que supuestamente fracturó el cráneo de Pelosi con un martillo. Para conocer en detalle la cadena de conspiraciones contra Pelosi, lea este artículo forense del New York Times.

La semana pasada, Musk se quejó de que los anunciantes que desaparecen de Twitter, como GM, Pfizer y Audi, estaban sucumbiendo a la presión de los "activistas de izquierda" para que suspendieran su publicidad. Pero es casi seguro que estas empresas tienen preocupaciones más inmediatas, como la desaparición de la moderación de contenidos. Desde la toma de posesión de Musk, el uso de la "palabra con N" y los tropos antisemitas se dispararon en la plataforma. No es el entorno adecuado para la promoción de marcas de productos de consumo masivo. Para conocer cómo funciona la mente de Musk, lea esta fascinante respuesta que le dio un ejecutivo de publicidad, quien señaló los peligros para esas marcas. Musk bloqueó rápidamente la cuenta de Twitter de ese ejecutivo de publicidad. Para un propietario que dice defender la libertad de expresión y odiar a los Snowflakes, fue una respuesta confusa, pero también reveladora.

Ahora, considere si es bueno para la democracia estadounidense que alguien como Musk, la persona más rica del mundo, dirija la plataforma digital más influyente de Estados Unidos durante una elección. Algunos de ustedes dirán: "Está bien, Twitter es una empresa privada. Musk pagó $44 mil millones por ella y puede hacer lo que quiera". A lo que yo respondería: las leyes de monopolio estadounidense deben actualizarse para tomar en cuenta el "impacto sobre la democracia", además del efecto en los precios al consumidor. Rana, estoy seguro de que querrás añadir tus ideas a este debate. ¿Qué le ocurre a una democracia cuando la mitad de su electorado no confía en el proceso de votación? Dejaré que Trump diga la última palabra, cuya respuesta a la toma de posesión de Musk en Twitter fue: "Estoy muy contento de que Twitter esté ahora en manos sanas".

Rana Foroohar responde

Creo que todos sabemos lo que ocurre cuando la mitad de los votantes no confía en el proceso. La cuestión es cómo hemos llegado al lugar donde eso es posible. Yo diría que el modelo de negocio de la publicidad dirigida nos estaba empujando hacia allá mucho antes de que Elon Musk se hiciera cargo de Twitter. Sin duda es un peligro, pero el capitalismo de vigilancia es el mayor problema. Es un modelo de negocio diseñado para atraer y perpetuar nuestros peores impulsos.

Ojalá se prohibiera el modelo completo, pero lamentablemente, eso no sucederá. Así que, irónicamente, ahora tenemos a un oligarca estadounidense como Musk tratando de llevar a Twitter a un modelo de suscripción, lo que finalmente hará que algunas personas abandonen la plataforma. La cuestión es cuántos y con qué rapidez. ¿Dejarás Twitter? ¿Lo haré yo? Debo confesar que lo estoy pensando, no solo por todo lo que has mencionado anteriormente, sino también porque nunca lo he visto como una plaza digital, sino más bien como un lugar donde los charlatanes (incluyéndome a mí) amplifican las creencias existentes de los demás. La verdad es que somos nosotros, y todos los usuarios de Twitter, quienes realmente le damos a Musk el poder de hacer lo que hace.

Tu sugieres que las normas antimonopolio deben cambiar, y están cambiando, lentamente. El nuevo contingente de Brandeis en la Comisión Federal de Comercio, el Departamento de Justicia y la Casa Blanca están tratando de impulsar la noción de que es importante el poder, no solo el precio, cuando se analiza si las corporaciones tienen poder de monopolio. Pero estas personas tendrán o no otros 24 meses para hacer su trabajo dependiendo de lo que ocurra no solo el martes, sino en los próximos dos años.

Edward Luce, Rana Foroohar

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