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El mundo según la OTAN

El secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, es uno de los principales artífices de la política de expansión de la OTAN para hacer frente a Rusia. FOTO: EFE/EPA/ROBERT GHEMENT.

Occidente ya no se anda con rodeos con respecto a su objetivo de ampliar la alianza hasta las fronteras de Rusia.

Esta semana me llamó la atención que hace solo tres años el presidente francés Emmanuel Macron calificó a la OTAN de "descerebrada". Parece que hubiera transcurrido más tiempo, no porque el Covid haya alterado mi percepción del tiempo, sino porque hoy en día muchas carreteras occidentales van y vienen desde y hacia la OTAN. Ha sido un rápido cambio de era para la otrora criatura de la era de la Guerra Fría.

La idea se me ocurrió en Bucarest, donde me encontraba moderando una conferencia del Aspen Institute Romania y del German Marshall Fund, al margen de la reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la OTAN. La OTAN está ocupada con la incorporación de Finlandia y Suecia, dos antiguos países neutrales. Esta semana la OTAN incluyó por primera vez a la neutral Moldavia como observadora. Sus ambiciones parecen ser mayores. Cuando pregunté a Mircea Geoană, vicesecretario general de la OTAN y uno de los principales estadistas rumanos, cómo respondería la OTAN a las solicitudes de Georgia y Moldavia, apenas hizo una pausa antes de decir que serían aceptadas. Su jefe, Jens Stoltenberg, declaró que la OTAN no vacilará en acoger a Ucrania cuando esté preparada, como informa mi colega Henry Foy.

Aunque los ataques a la OTAN han sido durante mucho tiempo un hábito francés, Macron solo exageró un poco cuando desestimó su relevancia. Donald Trump, un escéptico de la OTAN, era entonces presidente de Estados Unidos y la posibilidad de una zeitenwende alemana era inimaginable. Vladimir Putin ha cambiado el clima. Antes de la invasión rusa, estábamos debatiendo si Ucrania sería similar a Finlandia. Ahora Finlandia se está acercando a la OTAN.

¿Qué significa esta nueva era de la OTAN? El mayor cambio es que Rusia está provocando lo que más teme. Occidente ya no se anda con rodeos respecto a su objetivo de expandir la OTAN hasta vastas extensiones de la frontera rusa. Esta era una posición minoritaria. Ahora se más cercana al consenso.

No soy de los que creen que Estados Unidos y sus aliados provocaron de algún modo a Putin para que realizara su imprudente acto de agresión del 24 de febrero. Pero esta semana, mientras estaba en Bucarest, se me ocurrió que ese era el mismo lugar, hace más de una década, en el cual los líderes de la OTAN ofrecieron a Ucrania y Georgia la adhesión futura, sin especificar exactamente cuándo. Fue una declaración sobre la que evidentemente no se había reflexionado y que provocó que de inmediato Georgia y Ucrania fueran más vulnerables al mismo tiempo que las envalentonaba.

Aunque la creencia popular occidental parece haber olvidado lo sucedido, unas semanas más tarde la breve guerra entre Georgia y Rusia, de hecho, fue iniciada por Mikheil Saakashvili, el presidente de Georgia, y no por Putin, aunque este último aprovechó la oportunidad. John McCain, el candidato presidencial Republicano de Estados Unidos en ese momento, declaró: "Ahora todos somos georgianos". Afortunadamente, su declaración encontró poco eco. Habría sido una imprudencia invocar la cláusula de defensa mutua de la OTAN para un país que no es miembro en Asia Central. En cualquier caso, la lección que aprendieron los miembros de la OTAN del 24 de febrero es clara: no más promesas a medias; si un país soberano quiere solicitar la adhesión, la puerta está abierta.

La OTAN se creó para la Guerra Fría. Ahora se está recreando para una nueva Guerra Fría. Con cierto éxito, Estados Unidos está presionando a sus homólogos europeos de la OTAN para que refuercen su vigilancia sobre China. El quid pro quo implícito es muy claro: "Nosotros los ayudamos con Rusia y ustedes nos ayudan con China". Aunque la OTAN no operará fuera del área en el Indo-Pacífico, como lo hizo en Afganistán, la distinción es cada vez más académica. Los principales aliados de la OTAN, como Francia, el Reino Unido y los Países Bajos, están reforzando su presencia en el Indo-Pacífico. Los aliados que no pertenecen a la OTAN, como Australia y Nueva Zelanda, parecen cada vez más miembros de facto de la OTAN.

De forma poco realista, algunos sostienen que el grupo Quad, conformado por Estados Unidos, India, Japón y Australia, debería transformarse en una OTAN asiática (India nunca se uniría a un pacto militar formal). Chrystia Freeland, viceprimera ministra de Canadá, habla de crear una OTAN económica de países occidentales afines. La OTAN se está convirtiendo en la expresión más concreta de Occidente. Esto tiene implicaciones espartanas en contraposición a las atenienses, lo que me hace ser algo ambivalente. Pero más vale que nos vayamos acostumbrando: nuestro mundo OTANizado no hará más que crecer. Rana, ¿crees que el Medio Oeste está preparado para extender el paraguas nuclear de Estados Unidos a posiblemente muchos más países ...?

Rana Foroohar responde

Ed, creo que la respuesta es sí, basándonos en esta reciente encuesta del Chicago Council on Global Affairs, según la cual el descomunal 81 por ciento de los estadounidenses está a favor de que se mantenga o se amplíe el apoyo de EEUU a la OTAN. Este es el nivel más alto en los 48 años que se lleva realizando esta encuesta.

Además, el apoyo es bipartidista y se extiende no solo a los países nórdicos como Finlandia y Suecia, sino también a Ucrania (no sorprende) y Georgia. Aunque no me sorprende, creo que será interesante ver cómo se desarrollan las matemáticas del apoyo. En EEUU crece la idea de que Europa debe hacer más y responsabilizarse de su propia defensa, y sospecho que si el gobierno de Biden presiona para obtener más dinero de los contribuyentes para extender la OTAN, los Republicanos se opondrán y lo convertirán en una cuestión electoral.

Como señaló Kevin McCarthy hace un tiempo, los estadounidenses que están en recesión "no van a extender un cheque en blanco a Ucrania". O si lo hacen, sospecho que querrán ver mucha más colaboración por parte de Europa en cosas como una estrategia industrial para competir con China y menos quejas sobre los subsidios para los vehículos eléctricos y las prohibiciones de exportación de semiconductores de Estados Unidos.

Edward Luce, Rana Foroohar

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