ir al contenido

Pasó de convicto a pionero de la “hierba” con ayuda del estado

Ronald Conner estuvo preso por traficar marijuana en los años noventa pero, con patrocinio del estado, se ha convertido en el primer dueño particular de una tienda de cannabis legal en la ciudad de Nueva York. FOTO: José A. Alvarado - The New York Times.

Roland Conner se convirtió en la primera persona con una condena penal en abrir un expendio de cannabis autorizado en Nueva York con la ayuda del estado.

La primera incursión de Roland Conner en el negocio de la hierba cuando era adolescente, a principios de los 90, resultó en una serie de detenciones y condenas por posesión y otros cargos.

Ahora, a los 50 años, vuelve al sector, esta vez con el pleno apoyo del estado. Conner, quien creció en una vivienda pública en Far Rockaway, Queens, abrió un expendio el martes en Greenwich Village en virtud de una iniciativa estatal para dar a las personas condenadas por delitos relacionados con el cannabis una ventaja en el recién legalizado negocio.

La tienda, "Smacked!", es solo la segunda con licencia que se abre desde que el estado legalizó el cannabis recreativo en marzo de 2021. Pero Conner es el primer empresario con una condena por consumo de marihuana que abre un expendio gracias a la iniciativa, que está siendo evaluada por el país entero. El otro expendio es propiedad de una organización sin ánimo de lucro.

"Me siento como un conejillo de indias", dijo en una entrevista anterior en el interior de su tienda de Bleecker Street, situada entre un restaurante de comida india y una papelería.

Nueva York recibió elogios por situar a empresarios como Conner a la cabeza de la planificación del despliegue de su mercado de cannabis legal. El planteamiento pretendía reparar la actuación policial racialmente discriminatoria de la llamada guerra contra las drogas.

Pero la puesta en marcha ha sido accidentada. Las tiendas sin licencia surgieron por todo el estado, lo cual generó confusión. El financiamiento inicial y otras ayudas que los funcionarios estatales prometieron al mercado legal han tardado en materializarse.

Y los reguladores que ayudan a encontrar y equipar escaparates para expendios autorizados como Smacked! se han topado con un reto inesperado: los propietarios de inmuebles se han resistido a alquilar espacio a la industria.

Desmon Lewis, cofundador de la Bronx Community Foundation, dijo que la situación lleva a algunos empresarios a preguntarse si deben seguir invirtiendo su energía en el proceso de concesión de licencias. Su organización forma parte de una coalición llamada Bronx Cannabis Hub, que ayudó a 30 personas a presentar su solicitud, entre ellas Conner.

"Todavía hay mucha esperanza, pero también mucha desesperación", afirmó. "Muchos apuestan a esta oportunidad. Ha llevado mucho más tiempo del que esperaban, y la gente está ansiosa".

Los reguladores dicen que han sido acusados erróneamente de “arrastrar los pies” cuando en realidad se han movido más rápido que la mayoría de los otros estados, construyendo una nueva agencia, la Oficina de Administración de Cannabis, y la industria, en poco más de un año desde que el primer funcionario fue nombrado en octubre de 2021.

Chris Alexander, director ejecutivo de la oficina de cannabis, aseguró que habría sido más fácil entregar el mercado a empresas e inversionistas con mucho dinero. "Pero decidimos tomar este largo camino", agregó. "Y aunque nos hemos puesto en marcha mucho más rápido que la mayoría de los estados, sabemos que en Nueva York nada es lo suficientemente rápido".

En marzo, el estado se comprometió a apoyar a 150 titulares de licencias como Conner con préstamos inmobiliarios y de puesta en marcha de primera calidad para ayudar a reducir los obstáculos que han entorpecido la actividad en otros estados. El consejo de administración de la agencia de cannabis tiene previsto conceder 28 de las licencias el miércoles, que se suman a las 28 que se otorgaron en noviembre. (Las cifras no incluyen las organizaciones sin ánimo de lucro que recibieron licencias en virtud de normas diferentes). Aun así, cientos de solicitantes han quedado a la espera de saber si han sido seleccionados.

Las codiciadas licencias les dan acceso a un fondo de inversión estatal creado en marzo para recaudar $200 millones con los que financiar sus negocios. Pero el fondo no recibió el año pasado ningún aporte más allá de una suma inicial de $24 millones, y se han firmado pocos contratos de arrendamiento.

"Ha sido duro; todas las piezas han sido difíciles", dijo en una entrevista a finales de diciembre Reuben R. McDaniel III, miembro de la Junta de Control del Cannabis, el panel de gobierno de la agencia del cannabis. "Pero en última instancia, creo que cuando miremos hacia atrás, esta estructura será una de las que la gente diga que realmente era la forma más eficaz y eficiente de hacerlo, aunque en el momento en que nos encontramos quizás no lo parezca".

McDaniel es también presidente y director ejecutivo de la Autoridad de Dormitorios, que cogestiona el fondo de $200 millones en el marco de una asociación con una empresa privada. Además, la agencia negocia las condiciones de los contratos de arrendamiento y algunos servicios empresariales en nombre de los expendios.

McDaniel, exbanquero de inversiones, dijo que tiene dinero suficiente para financiar el arrendamiento, la renovación y los costos de puesta en marcha de hasta unos 20 expendios. La incorporación de inversionistas es un proceso que dura meses, añadió, y espera nuevos aportes en los próximos meses.

Los socios del fondo habían estudiado unas 10.000 ubicaciones para posibles expendios y redujeron las perspectivas a 265 espacios, contó. Sólo unos 70 propietarios firmaron cartas indicando que estaban dispuestos a arrendar a los expendios, y hasta el 30 de diciembre sólo se habían firmado cuatro contratos.

La noticia de que la agencia había firmado su primer contrato de arrendamiento de un expendio en West 125th Street, en Harlem, frente al teatro Apollo, provocó la reacción de un grupo de comerciantes del barrio. La respuesta puso de manifiesto que el estado podría encontrar resistencia en algunos de los lugares más perjudicados por las drogas y la represión.

McDaniel dijo que sería "insostenible" que el estado negociara con cada comunidad dónde abrirá expendios. Sin embargo, reconoció que los funcionarios podrían haber hecho un mejor trabajo comunicando de qué forma el expendio en Harlem sería un beneficio.

La preocupación se basa en el temor a la delincuencia y los desórdenes que han aumentado con el número de fumaderos sin licencia, muchos de los cuales venden productos ilegales de tabaco y cannabis. Los comercios se han convertido en atractivos objetivos de los atracos en Nueva York, donde la policía denunció 593 incidentes el año pasado, más del doble de los 250 robos de 2021.

John Chell, jefe de la unidad de patrullas, declaró en una reciente reunión del Consejo Municipal que los ladrones obtuvieron alrededor de $1,5 millones en efectivo el año pasado, es decir, unos $2.500 por robo. "Las tiendas ganan dinero, y los malos lo saben", dijo.

El sheriff Anthony Miranda informó al grupo de que las autoridades han identificado más de 1.200 fumaderos en toda la ciudad y que están inspeccionándolos en busca de actividades ilícitas.

A pesar de las turbulencias en el despliegue, los reguladores del cannabis han dado a los titulares de licencias cierta flexibilidad para acelerar las cosas eligiendo sus propias ubicaciones, iniciando servicios de entrega y abriendo como tiendas temporales (pop-ups). La Autoridad de Dormitorios también ha firmado contratos con empresas privadas para que presten una serie de servicios a los expendios, como renovaciones y sistemas contables, bancarios, de seguimiento de inventarios y de puntos de venta.

Conner, quien también tiene un negocio inmobiliario que gestiona un refugio de emergencia en el Bronx, dijo en la entrevista del domingo que espera tender un puente entre la industria legal y el mercado ya existente, empezando por su propio hijo, Darius, de 25 años, que vendía hierba en Florida antes de unirse a su padre el año pasado.

La esposa de Conner, Patricia, de 43 años, también se unió al negocio, y pronto se enfrentaron a una tarea mayor de lo que habían imaginado.

Conner dijo que, aunque ha habido baches en el camino, está seguro de que al final tendrán éxito.

"Por supuesto que lo tendremos", dijo. "Somos un negocio ya existente que ahora es legal".

Ashley Southall - The New York Times

Lea el artículo original aquí.

Últimas Noticias