El presidente de Rusia, Vladimir Putin, recibió esta semana la visita en Moscú del director de la Oficina de la Comisión de Asuntos Exteriores de China, Wang Yi. FOTO: EFE/EPA/ ANTON NOVODEREZHKIN/SPUTNIK/KREMLIN / POOL.
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Pekín desea retomar y reforzar los lazos con sus principales socios comerciales del mundo occidental.

Opinión de James Kynge

Este fue el acto de precalentamiento. La visita a Moscú de Wang Yi, máximo representante de la diplomacia china esta semana, tenía por objeto poner en marcha un nuevo enfoque chino de las relaciones bilaterales, casi un año después de que Rusia ordenara la invasión a Ucrania.

Aunque los titulares de la reunión de Wang con el Presidente Vladimir Putin hacían hincapié en las promesas de "profundizar la confianza política mutua" y "reforzar la coordinación estratégica", los verdaderos objetivos de Pekín son mucho más complejos, según fuentes oficiales y comentaristas chinos.

Uno de sus principales objetivos es reparar la maltrecha imagen de China en Occidente, sobre todo ante sus principales socios comerciales en Europa, mostrando sus esfuerzos por instar a Moscú a una solución política de la guerra. También quiere hacer saber a las potencias occidentales que China se opone firmemente al uso de armas nucleares por parte de Rusia.

"Durante un profundo intercambio de puntos de vista sobre la cuestión ucraniana con Putin, Wang apreció la reafirmación por parte de Rusia de su voluntad de resolver los problemas mediante el diálogo y las negociaciones", dice el comunicado de China sobre la reunión Putin-Wang.

"China, como siempre, mantendrá una postura objetiva y justa y desempeñará un papel constructivo en la resolución política de la crisis", añadió.

Li Mingjiang, profesor de la Universidad Tecnológica de Nanyang, en Singapur, afirma que el ímpetu por buscar una solución política a la guerra está cobrando importancia en Pekín.

"Con esta declaración, Wang quería transmitir enfáticamente al líder ruso el mensaje de que China se está tomando más en serio la búsqueda de un acuerdo político para la guerra en Ucrania, y que no todo en la propuesta china puede contentar a Moscú", afirma.

China tiene previsto publicar un "documento de posición" el viernes, primer aniversario de la invasión rusa, que reforzará el llamamiento de Pekín a una solución política de la guerra.

Un funcionario chino, que declinó ser identificado, afirma que la visita a Moscú del líder chino, Xi Jinping, estaba supeditada a que éste recibiera primero una respuesta positiva de Rusia al llamamiento chino al diálogo y las negociaciones. A Pekín le preocupa que, sin esa confirmación, Putin pueda utilizar la visita de Xi simplemente para reforzar su propia posición.

Según un comunicado del Kremlin, Putin dijo a Wang que Moscú "espera" una visita de Xi. Sin embargo, Pekín aún no ha confirmado oficialmente si dicha visita se llevará a cabo.

Esta divergencia es uno de los varios indicios de que existen tensiones entre bastidores en la relación China-Rusia. "De hecho, muchas élites políticas en China dirían que Moscú causó un gran problema a China al lanzar la guerra en Ucrania", afirma Li.

Varios altos funcionarios chinos han declarado al Financial Times que Putin no informó a Xi de sus planes para una invasión total de Ucrania cuando ambos se reunieron a principios de febrero del año pasado y emitieron un comunicado en el que describían sus lazos como "sin límites".

Desde entonces, China ha eliminado la frase "sin límites" de sus comunicaciones oficiales y Wang no la utilizó durante su visita a Moscú. "En la comunidad política china existe la idea generalizada de que los funcionarios chinos no deberían haber utilizado esa frase", afirma Li.

Pekín se encuentra en un aprieto. Por muy exasperada que se sienta con Moscú, no puede permitirse abandonar su "asociación estratégica global" con Rusia. Sin embargo, también quiere rehabilitar su reputación entre los principales socios comerciales europeos. Posicionarse como mensajero de la paz es la estrategia que ha ideado para conciliar estos intereses contrapuestos.

James Kynge es editor global para China del Financial Times. Ha recibido varios premios periodísticos por su trabajo sobre la interacción de China con el mundo exterior, y su libro, China Shakes the World, fue uno de los libros más vendidos del 2009 y ha sido traducido a 19 idiomas.

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