Aleksandr Poteyev, ex oficial de inteligencia ruso, se convirtió en el blanco de una conspiración para acabar con su vida tras revelar información que destapó una red de espionaje rusa que operaba en la costa este de Estados Unidos.
En 2010, la Oficina Federal de Investigación (FBI) detuvo a 11 espías encubiertos que vivían con identidades falsas y trabajaban en empleos normales, como parte de un importante esfuerzo de la agencia rusa de inteligencia exterior, la S.V.R., para recopilar datos y reclutar más agentes.
La administración Obama, deseosa de restablecer las relaciones con Rusia, orquestó un acuerdo para aliviar las tensiones.
Diez de los espías detenidos fueron deportados a Rusia, mientras que Moscú correspondió liberando a cuatro prisioneros rusos, entre ellos Sergei V. Skripal, ex coronel del servicio de inteligencia militar condenado en 2006 por divulgar secretos a Gran Bretaña.
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El plan de asesinato de Poteyev se revela en la edición británica del libro de Calder Walton "Spies: The Epic Intelligence War Between East and West" (Espías: la épica guerra de inteligencia entre Oriente y Occidente), cuya publicación está prevista para el 29 de junio por un sello de Little, Brown.
Walton es investigador de seguridad nacional e inteligencia en Harvard. El New York Times verificó de forma independiente su trabajo e informa por primera vez sobre las amargas consecuencias de la operación, incluidas las acciones represivas que siguieron una vez detectada.
El libro de Walton hace referencia a un funcionario del Kremlin que afirmó que probablemente se enviaría a un sicario, o "Mercader", para perseguir a Poteyev. El término "Mercader" alude a Ramón Mercader, un agente de Joseph Stalin que asesinó a León Trotsky en Ciudad de México en 1940 utilizando un piolet. Basándose en entrevistas con dos oficiales de inteligencia estadounidenses, Walton dedujo que el plan de asesinato contra Poteyev significaba el inicio de "un Mercader moderno".
El despliegue de asesinos para silenciar a los adversarios percibidos ha sido una estrategia de larga data para los rusos. Una de las figuras más renombradas honradas en el cuartel general de la S.V.R. en Moscú es el coronel Grigory Mairanovsky, un bioquímico que experimentó con venenos letales, según un antiguo oficial de inteligencia.