Un devastador incendio nocturno en Johannesburgo causó al menos 73 víctimas, muchas de ellas ocupantes ilegales y personas sin hogar, según informaron los servicios de emergencia de la ciudad.
Este catastrófico incendio arrasó en la madrugada del jueves un destartalado edificio de cinco plantas en el que vivía una importante población.
En la caótica escena del voraz incendio, los residentes del edificio, que vivían en un laberinto de chabolas y otras viviendas improvisadas dentro de la decrépita estructura, se vieron obligados a saltar por las ventanas en un intento desesperado por sobrevivir.
Este angustioso acto puede haber provocado un aumento del número de víctimas mortales, según indicó un funcionario del gobierno local. Los informes incluían a residentes que arrojaban a niños desde el edificio en llamas en un intento desesperado por salvarlos.
Al parecer, un hombre murió a causa de las heridas sufridas tras saltar desde la ventana de un tercer piso y caer de cabeza sobre el duro pavimento.
Según algunos informes, la población del edificio podría haber alcanzado las 200 personas, incluidas las que residían en el sótano destinado a aparcamiento. Las autoridades municipales confirmaron que 141 familias se vieron afectadas por este terrible suceso, y que gran parte de los ocupantes eran extranjeros.
La búsqueda de más víctimas continúa, y las peligrosas condiciones del edificio suponen un reto. En las inmediaciones se observa un cuadro desolador: filas de cadáveres, algunos en bolsas, otros cubiertos con mantas y sábanas plateadas, alineados a lo largo de una calle lateral.
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El incendio, que se inició sobre la 1 de la madrugada en el distrito financiero central de Johannesburgo, dejó también 55 heridos.
Robert Mulaudzi, portavoz de la Dirección de Servicios de Emergencia de Johannesburgo, calificó el incidente de tragedia sin precedentes para la ciudad. Afirmó que, en sus dos décadas de servicio, no había visto una calamidad semejante.
A pesar de ser la ciudad más rica de África, el centro de Johannesburgo está marcado por el abandono y la decadencia.
Los edificios abandonados, que a menudo albergan a personas que necesitan refugio desesperadamente, son una imagen habitual, y los funcionarios municipales los denominan "edificios secuestrados".
El edificio que se encuentra en el centro de este desastre, patrimonio de la ciudad, era antiguamente la tristemente célebre oficina de "pases" de Sudáfrica, un componente clave del sistema del apartheid que controlaba la circulación de los negros. Una placa azul en la entrada recuerda su importancia histórica.
El Comisionado de Policía de la ciudad, Teniente General Elias Mawela, hizo un llamamiento a la acción, destacando que alrededor de 700 edificios del centro de Johannesburgo están vacíos y descuidados por sus propietarios.
Mulaudzi advirtió de que el recuento de víctimas podría aumentar, ya que se teme que haya más cuerpos atrapados en el edificio.
El incendio, que tardó tres horas en extinguirse, obligó a los bomberos a registrar las cinco plantas del edificio. El interior del edificio parecía "un asentamiento informal", repleto de chabolas y otras viviendas improvisadas.
Los equipos de rescate encontraron 73 cadáveres, pero Mulaudzi admitió que la probabilidad de encontrar supervivientes era "muy escasa" varias horas después del incendio.
Las secuelas del incendio revelaron una escena de devastación, con humo saliendo de las ventanas y cuerdas improvisadas hechas con sábanas y mantas colgando de las ventanas.
Se sigue investigando el origen del incendio, pero los primeros indicios apuntan a una vela como posible fuente de ignición.