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Cada niño es único en su genética y entidad concebida en su ambiente distintivo, y éste inmediatamente incide en su única interacción y comportamiento. Lo que hay que saber es que nuestro cerebro y cuerpo están diseñados para ser flexibles y plásticos; están construidos para afrontar retos y para la adaptación.

Estudios recientes referentes al desarrollo cerebral concluyen que no es un proceso pasivo o un plan genético inflexible al ambiente; sino un proceso activo dependiente del proceso molecular celular, y de niveles orgánicos probabilísticos genéticos y no genéticos, resultado de las relaciones bidireccionales entre genes, cerebro y comportamiento.

Los bebés son seres especiales, y lo que los hace especiales no es que sean inteligentes al nacer, sino que están diseñados para cambiar sus mentes cuando encaran nuevos datos e información.

La inteligencia no es fija, sino que espera a ser desarrollada. El progreso atlético no está preordenado sino esperando a entrenarse. La habilidad musical está dormida en todos nosotros, esperando el llamado a ser despertado. El potencial creativo está construido en la arquitectura de nuestro cerebro.

Todas estas funciones de influencia y procesos, lejos de ser completamente controlables, son completamente opuestas a ser fijas y predeterminadas. El trabajo de un padre es integrarse en este trabajo y proceso, el cual debe empezar antes del nacimiento del bebé.

Nosotros sabemos que los genes juegan un rol y que su expresión está siendo determinada cada momento por la calidad de la vida de nuestros niños. Sabemos que debemos ayudar a decidir para nuestros niños su propio destino. Nuestro trabajo como padres, entonces, es el proceso de encontrar el proceso adecuado y único que produzca lo mejor del individuo.

Hay que saber que las más importantes influencias ambientales en el carácter de los hijos no son los padres sino los compañeros de juego.

En promedio los padres y compañeros vienen a ser complementarios en sus roles: los padres son más importantes cuando se trata de educación, disciplina, responsabilidad, orden, enseñanza de la caridad y las vías de interactuar con figuras de autoridad.

Mientras, los compañeros son importantes en el aprendizaje de cooperación, para encontrar popularidad, para encontrar estilos de interacción entre los pares de la misma edad. Los padres no lo son todo para los hijos.

Los padres no tienen un control completo sobre los hijos y en algunos casos cuando las cosas se tornan mal, los padres no ayudan mucho; pero la mentoría de los padres importa mucho, dado que ellos impactan seriamente en las metas, estrategias y filosofía personal de los niños.

Aquí vamos a ver cuatro claves de guía para la excelencia:

1. Creencias – creer

– Extraordinaria repetición, persistencia parental y refuerzo constante, así para que el niño refuerce su maestría técnica.

– Método Suzuki (Método de Lengua Materna)

– Constante envolvimiento del padre en la actividad de los hijos; práctica constante (como ejemplo en la práctica de un instrumento musical); constante memorización y mucha paciencia. 

– Recuerde: el talento no es inherente; nadie nace con talento, éste se debe educar y entrenar. Con un entrenamiento especial y mucha persistencia, cualquiera puede alcanzar grandes metas y éxitos importantes.

– En vez de pensar en los Talentos dados y regalados, los padres deberían pensar profundamente en el potencial extraordinario de sus hijos.

2. Soporte a la creatividad; no matar ni quebrar la creatividad

– Los Padres tienen que encontrar lo que a los hijos les gusta, deben saber ponerle metas y ponerle expectativas altas, sin ponerse ansiosos al ver que el niño no consigue lograr metas altas. Hay que tenerles mucha paciencia.

– Una temprana exposición a los recursos es algo excelente, así como ponerse altas expectativas, metas, demostrar persistencia y resiliencia cuando tengan que enfrentar los retos.

– Los padres no deben usar el afecto como un premio al éxito; y usar las penalidades cuando el niño falle o cometa errores. Se debe buscar mostrarle confianza y fe a las habilidades del niño, para que él busque la satisfacción propia.

3. Persistencia y tranquilidad

– Dijo Einstein: “No es que yo sea inteligente, es que yo paso con el Problema un largo Tiempo”. 

– Al final la Persistencia es la diferencia entre la mediocridad y el éxito.

– La clave es el reforzamiento intermitente.

– Una persona que crece obteniendo con frecuencia demasiados premios, no será persistente, porque esa persona se paralizará o estancará cuando el premio desaparezca (Principio del Kaizen).

– Hay que hacer un énfasis en evitar la gratificación instantánea, dado que ésta genera malos hábitos; hay que lograr planes efectivos a largo plazo.

– La habilidad de demorar la gratificación abre una nueva posibilidad para buscar la mejora.

– Aquellos con tempranas capacidades de autodisciplina y demora en la gratificación han logrado altos éxitos académicos.

– Es posible que los modos de gratificación puedan ser alterados y ahorrados por los padres y los profesores; esto emerge de que la demora en la gratificación debe ser una habilidad y como toda  habilidad debe ser adquirida y mejorada.

– Si los niños aprenden ellos mismos las estrategias de autorregulación para reducir la frustración en situaciones en la cual se impongan autodemoras de gratificación, esto ayudará para estar atado a las metas deseadas.

– Compórtate como tú quieres que tu hijo se comporte ahora y en el futuro. No comas, compres o agarres todo lo que quieras.

– No respondas inmediatamente a todo lo que tus hijos quieren. Permíteles aprender a manejar la frustración y lo que quieren.

– Cualquier filosofía, religión y ejercicios prácticos que refuercen estos principios, ayudarán tanto a los padres como a los hijos.

4. Disposición a aceptar fallas y que se cometan errores (Da Vinci)

– En el mundo del éxito y la consecución de metas, las debilidades son oportunidades; ante las fallas se debe ser abiertos, flexibles y entender que éstas amplían las puertas.

– La única falla verdadera es darse por vencidos.

– Algunos biólogos y estudiosos del desempeño humano nos dicen que el hombre se desarrolla como una respuesta a los problemas y las fallas.

– Los padres no deben hacerle las cosas fáciles a los hijos; al contrario, deben presentar, monitorear y modular los retos.

– Las grandes historias de éxito aparecen cuando los padres e hijos aprenden a luchar contra viento y marea; logran y ganan satisfacción luchando contra la corriente.

– Tener la filosofía de la persistencia:

Hay que tener persistencia; mantenerse ocupado y trabajando, hay que reconocer que podemos cometer errores y de que no siempre tenemos la respuesta correcta; y de que siempre se pueden encontrar mejores soluciones, de que podemos ser más efectivos y enseñar a nuestros hijos para que se muevan hacia la dirección correcta.

Lee también:
La práctica deliberada para lograr altos objetivos en la vida

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