La administración de Joe Biden se está preparando para la posibilidad de un plan de evacuación de cientos de miles de ciudadanos de EEUU en el Oriente Medio si no se puede contener el derramamiento de sangre en Gaza.
La información fue confirmada a The Washington Post por cuatro funcionarios familiarizados con los planes de contingencia del gobierno estadounidense que por seguridad pidieron el resguardo de su identidad.
La operación surge mientras las fuerzas israelíes, ayudadas por armas y asesores militares estadounidenses, se preparan para lo que se espera sea una peligrosa ofensiva terrestre contra los militantes de Hamás responsables del impresionante ataque transfronterizo que ha reavivado las hostilidades.
Los funcionarios informaron que los estadounidenses que viven en Israel y el Líbano son motivo de especial preocupación, aunque enfatizaron que una evacuación de esa magnitud se considerará solo en el peor de los casos.
Aun así, un funcionario agregó que “sería irresponsable no tener un plan para todo”.
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La administración, a pesar de su enérgico apoyo público a Israel, está profundamente alarmada por la perspectiva de una escalada, y en los últimos días ha centrado su atención en parte en la complicada logística de tener que reubicar abruptamente a un gran número de personas, según los funcionarios.
Hasta el último registro habían alrededor de 600.000 ciudadanos estadounidenses en Israel y se cree que otros 86.000 estaban en el Líbano cuando Hamás atacó, según estimaciones del Departamento de Estado.
La preocupación en el Líbano es principalmente por Hezbollah, un partido político y grupo militante que, junto con sus aliados, actualmente controla el mayor número de escaños parlamentarios. Ha aceptado durante mucho tiempo entrenamiento y armas de Irán, lo que generó preocupaciones de que pudiera atacar a Israel desde el norte, creando una guerra en dos frentes que pondría a prueba a las fuerzas israelíes.
“Esto se ha convertido en un problema real. La administración está muy, muy, muy preocupada de que esto se salga de control”, declaró un funcionario.
La preocupación de la administración se extiende más allá de esos dos países, mientras los funcionarios observan las protestas callejeras que se han extendido por todo el mundo árabe, poniendo en mayor riesgo tanto al personal estadounidense como a los ciudadanos de la región.
Los altos funcionarios estadounidenses no han querido discutir en público dichos planes de contingencia, con la esperanza de evitar desatar el pánico entre los estadounidenses de la región. Pero su postura ha cambiado en los últimos días para no transmitir la ansiedad de que otros actores entren en el conflicto.
