El presidente electo de Argentina, Javier Milei, ratificó que la anunciada medida de su gobierno de cerrar el Banco Central “no es un asunto negociable”, y lo aclaró a través de un comunicado de su Oficina ante los “falsos rumores difundidos”, en medio de la incertidumbre en la economía.
Se estima que el presidente Javier Milei procura detener con el comunicado la avalancha de rumores y nombres, en medio de la crisis económica argentina, que habrían partido de la negativa de Emilio Ocampo de ocupar el Banco Central, luego de que Milei lo había mencionado en su red social X, antes de triunfar en los comicios generales.
El economista sostiene que el cierre del organismo es la contraparte de otro de sus “caballitos de batalla": la dolarización de la economía argentina. La misma implicaría que el país renunciaría al peso argentino y utilizaría el dólar estadounidense como moneda. La idea de Milei es eliminar la emisión monetaria, por considerar que es la única causa del aumento de precios, uno de los problemas más acuciantes de la economía argentina. "La inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario", ha insistido.
Solo unas pocas naciones en el mundo han renunciado a contar con un Banco Central entre sus instituciones y casi todas son en realidad micro países: Kiribati, Tuvalu, Andorra, Islas Marshall, Isla de Man, Mónaco, Nauru, Micronesia, Palaos y el pequeño Principado de Liechtenstein -en el corazón de Europa- son algunos de los ejemplos. El único nombre en esta lista cuya población se cuenta por millones es Panamá, que coincide con el resto en usar como moneda de curso legal una divisa extranjera.
En el caso del país centroamericano el sistema monetario está basado en el uso del dólar estadounidense, que es su moneda de curso legal. Asimismo, los bancos operan sin un prestamista de último recurso y tampoco cuentan con una institución de seguro de depósitos. Un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), publicado en 2021, señaló que “el sistema financiero de Panamá tiene carencias importantes para atender a determinados segmentos empresariales y de población y cuenta con un bajo grado de desarrollo de los mercados de valores y de la industria fintech”.
Lo primero que pierde un país sin Banco Central es el tener una política monetaria soberana individual. Es decir, no puede fijar los tipos de interés, ni el tipo de cambio contra monedas internacionales. No puede imprimir dinero ni financiar el gasto público del Estado. La institución se ocupa además de supervisar a los bancos comerciales y de los medios de pago pues es el encargado de regular el sistema financiero para que sea sólido y confiable. Y suya es también la potestad de administrar las reservas internacionales.
La propuesta de Javier Milei, el presidente electo de Argentina que arrasó en las elecciones con más de un 55% de los votos, de “dinamitar” el Banco Central de la República ha puesto sobre la mesa la pregunta de cómo vive un país que no cuenta con este organismo. Milei sostiene que es la única forma de terminar con la inflación y generar un “shock" que derive en una revalorización de producción y salarios en dólares.
En algunas entrevistas, ha mencionado que su plan incluye un valor de conversión cercano al denominado dólar "blue" (en torno a los $ 1.000), algo de lo que muchos economistas desconfían, porque entienden que con la cantidad de dólares que hay en Argentina es imposible dolarizar al valor del dólar informal.
“La mayoría piensa que sin el banco central, el gobierno se queda sin recursos de ningún tipo, como si no tuviese caja y es un error. El país seguirá funcionando igual, pero ahora la responsabilidad de confianza hacia las entidades financieras será de los privados y particulares, con sus riesgos y beneficios” señaló Laureano Nill, director de CR Academia.
Argentina tiene hoy más de 18 millones de personas o 40% del total de su población viviendo en la pobreza, así como una inflación anual de 143% en los últimos 12 meses hasta octubre, según cifras oficiales. En este contexto, los argentinos han decidido confiarle el gobierno a un candidato cuyo discurso antisistema le genera comparaciones con el expresidente de ultraderecha brasileño Jair Bolsonaro o el estadounidense Donald Trump, a quien Milei dice admirar.
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