Un tribunal francés ha condenado a 24 años de prisión a Sosthene Munyemana, exginecólogo ruandés, por su papel en el genocidio ruandés de 1994.
Tras un juicio de seis semanas de duración, el tribunal declaró a Munyemana culpable de perpetrar genocidio y crímenes contra la humanidad.
Las acusaciones contra Munyemana, originario de Butare, en el sur de Ruanda, se centraron en su participación en la tortura meticulosamente planificada, la ejecución de asesinatos y el establecimiento de controles de carretera para atrapar a las víctimas durante el trágico genocidio.
Este acontecimiento de la historia supuso el exterminio de 800.000 personas entre abril y junio de 1994.
Munyemana también estuvo implicado en la elaboración de una carta que avalaba el asesinato masivo de tutsis.
Los fiscales sostuvieron que este documento actuó como catalizador de la embestida que siguió.
El genocidio se cobró predominantemente las vidas de la minoría étnica tutsi junto con las de aquellos que se resistieron al régimen extremista hutu.
A lo largo del juicio, Munyemana, que emigró a Francia en 1994, negó con vehemencia los cargos que se le imputaban.
Sostuvo que era un hutu moderado, que se esforzaba por salvaguardar a los tutsis proporcionándoles refugio en locales del gobierno local.
La sentencia del tribunal, dictada por el juez principal, consideró a Munyemana culpable de ser una pieza clave de un grupo que planeó el "exterminio sistemático de los tutsis".
La fiscalía solicitaba inicialmente una pena de 30 años de prisión.
Munyemana se trasladó a Francia, donde residía su cónyuge, en septiembre de 1994.
Siguió ejerciendo la medicina en la región suroeste del país hasta su reciente jubilación.
En 1995 se registró una denuncia formal contra él en Burdeos.
Munyemana estaba estrechamente relacionado con Jean Kambanda, el primer ministro interino durante el punto álgido de los asesinatos en masa de 1994.
Kambanda cumple actualmente en Malí una condena a cadena perpetua, dictada por un tribunal de crímenes de guerra de las Naciones Unidas, por su participación en el genocidio.
La muerte del presidente Juvenal Habyarimana, representante de la mayoría étnica hutu de Ruanda, desencadenó el genocidio ruandés de 1994. Desconocidos derribaron su avión sobre el aeropuerto de Kigali el 6 de abril.
Los culpables de su asesinato siguen siendo desconocidos.
Tras su muerte, la guardia presidencial lanzó una campaña de represalias que se saldó con el asesinato masivo de tutsis y hutus moderados.
Los fiscales franceses necesitaron la asombrosa cifra de 28 años para llevar este caso ante los tribunales, lo que significa el intrincado y prolongado proceso que implica la búsqueda de represalias por crímenes tan atroces.
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