El Departamento de Estado de Estados Unidos anunció este jueves que ofrecerá una recompensa de 10 millones de dólares para quien ofrezca información sobre una ciberbanda de ransomware acusados de extorsionar a hospitales, escuelas y otras víctimas en Estados Unidos en todo el mundo.
Sin embargo, el esfuerzo del Departamento de Estado no se detiene ahí. Se destinan otros 5 millones de dólares a pistas que culminen con la detención o condena de estos ciberdelincuentes.
Esta iniciativa es un componente de un plan de recompensas más amplio y antiguo del Departamento de Estado, una búsqueda estratégica para llevar ante la justicia a los ciberdelincuentes más peligrosos del planeta.
La proclamación del jueves del Departamento de Estado se centró en Hive, un grupo internacional de ransomware que se convirtió en objeto de investigación del FBI el año pasado.
El FBI supuestamente penetró en la fortaleza digital de Hive durante varios meses, impidiendo el pago de rescates por valor de 130 millones de dólares de víctimas desprevenidas.
Hive no es simplemente otro grupo de ciberdelincuentes. El software malicioso de la banda desempeñó un papel crucial en un asalto de ransomware en agosto de 2021.
Este asalto obligó a un hospital del Medio Oeste de EEUU a rechazar pacientes en medio de una creciente ola de COVID-19, estableciendo un nuevo hito en la crueldad del ransomware, según reveló el Departamento de Justicia.
Lo que señaló el Departamento de Estado de EEUU sobre esta ciberbanda
El reinado de terror digital de Hive inflige daños sustanciales. Entre sus víctimas se encuentra un hospital de 314 camas de Luisiana, que repelió con éxito un ataque de ransomware en octubre.
Los piratas informáticos consiguieron hacerse con los datos personales de casi 270.000 pacientes.
La necesidad de frenar la pandemia de ransomware se intensificó tras el notorio suceso de Colonial Pipeline en mayo de 2021.
Un presunto ciberdelincuente ruso inició un ataque de ransomware que paralizó al principal operador de oleoductos que suministraba combustible a la costa este.
Las secuelas fueron testigos de extensas colas en las gasolineras de numerosos estados, a las que siguió un acaparamiento de combustible impulsado por el pánico.
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