El reciente diagnóstico de cáncer del rey Carlos III y su inusual elección de tratamiento han desatado oleadas de preocupación y aumentado la curiosidad. Su elección, guiada por Michael Dixon, un conocido partidario de la homeopatía, es controvertida ya que la homeopatía aún no ha obtenido la aprobación de la Organización Mundial de la Salud.
A su reciente regreso a Londres, el rey Carlos III está decidido a seguir su tratamiento homeopático en una clínica local. Esta elección, sin embargo, ha generado el escepticismo de la opinión pública, un sentimiento del que se hacen eco numerosos profesionales y organizaciones sanitarias. En este artículo, exploramos la naturaleza de la homeopatía y por qué aún no ha recibido el apoyo generalizado de la comunidad científica.

Nacida hace casi 200 años por Samuel Hahnemann en Alemania, la homeopatía se basa en la teoría de "lo semejante se cura con lo semejante".
Por desgracia, debido a su desviación de los principios científicos modernos y a la falta de pruebas concretas, la homeopatía choca a menudo con la medicina y la física convencional. No obstante, la homeopatía ha conseguido hacerse un hueco en varios países occidentales, siendo considerada por algunos como una alternativa segura.
A pesar de la ausencia de respaldo médico, algunos profesionales creen en la homeopatía y, a pesar de no tener consenso ni directrices de práctica clínica, alrededor del 9,2% de los adultos, predominantemente en los países occidentales, han recurrido a los remedios homeopáticos.
Según un estudio de mercado, el mercado mundial de productos homeopáticos alcanzó los 5.500 millones de dólares en 2018, y la mayoría de las ventas se produjeron en Norteamérica y Europa.
El Rey Carlos III y su médico de cabecera
La colaboración de Dixon con el rey Carlos III comenzó con su temprano apoyo a la medicina complementaria, que defendió públicamente en 1982. En 1992, fundó la Fundación para la Salud Integral con el fin de explorar cómo las terapias complementarias podían mejorar la medicina convencional. La fundación defendió incluso la inclusión de la homeopatía en los servicios públicos de salud.
Carlos III, entonces Príncipe de Gales, nombró a Dixon director médico de su fundación. Se convirtieron en un formidable equipo defensor de las terapias alternativas, y Carlos III llegó a escribir una carta al gobierno británico sobre este tema.

Y a pesar del cierre de dicha fundación por la implicación de su auditor en actividades fraudulentas, la fe de Carlos III en Dixon permaneció inquebrantable. En 2015, concedió a Dixon un lugar en la Real Orden Victoriana por sus servicios a la monarquía.
Y si bien, han aclarado que no están en contra de la medicina tradicional pero sí abiertos a las terapias complementarias, la decisión de decantarse por un método como la homeopatía causa mucha polémica al tratarse de una persona con el acceso y posibilidades del rey del Reino Unido