Ludy Gradas
Grandas es profesora de estudios latinoamericanos. Sus esfuerzos estrechan puentes entre la comunidad y ese centro de estudios. Foto por cortesía de Cortesía Ludy Gradas.

Su consagración son sus estudiantes y su religión una taza de café. Para la doctora Ludy Grandas ellos le arreglan el día, incluso un mal lunes, como algunos dicen en su natal Colombia. 

Grandas desde hace 12 años es profesora de estudios latinoamericanos en American University, este es un centro de educación cosmopolita o, mejor dicho: un atlas estudiantil y académico de razas, culturas y lenguas en el corazón del noroeste de Washington DC.

No es una maestra de aula, pupitres y pizarras convencional. Su salón de clase son los vecindarios, las plazas y las calles; y, los sujetos de estudio, la gente. “Gracias a las colaboraciones y alianzas de la universidad he logrado acercarme a la comunidad y aprender de ella, eso es lo que más me gusta y me llena el espíritu”, cuenta Grandas. Cuando llegó aquí poco sabía de los latinos en DC, era como un lienzo esperando al pincel y la paleta para entintarlo con sus incursiones y observaciones a pie de calle.

Lo ha conseguido, el lienzo ya no está en blanco; está lleno de apreciaciones, algunas certezas y muchas hipótesis. “La comunidad latina es tan variada y a eso lo llamo comunidades latinx, porque son grupos tan diversos y complejos. No es igual la experiencia de los latinoamericanos adultos que llegamos a este país que la de los que vinieron muy pequeños o que ya nacieron aquí. Sin embargo, cuando paseamos por las calles nos reconocemos y sabemos que compartimos algo que nos une”, dice Grandas.

Con el inglés bien amueblado en su cerebro, Grandas vino hace 20 años a Estados Unidos por curiosidad y con la idea de estudiar algo. Buscando y buscando encontró el espacio para estudiar cultura latinoamericana de George Mason University. 

La doctora Ludy Grandas, de origen colombiano, en sus clases pone énfasis en entender la realidad de los latinos a pie de calle. Foto por cortesía de Ludy Grandas.

No sabía nada -dice- de la historicidad ni de la historiografía latina. Decidí estudiarla a profundidad. Durante mi doctorado reemplacé por corto tiempo a un profesor y en ese período me sumergí en la cultura, literatura y poesía latina en Estados Unidos”.

Sin saberlo acababa de poner la primera piedra de lo que se convirtió en su pasión: entender cómo funciona ese transnacionalismo de las relaciones y filiaciones entre los latinoamericanos que viven aquí con los que están en el sur. “Envían dinero, constantemente están al teléfono repartiendo cariño y siempre con cierto aire de nostalgia, no todos pero sí un gran número”, esa es una de sus apreciaciones.

Desde entonces, ha hecho de los sitios donde más se concentran los latinos su cátedra cuando los semestres lo permiten. 

Con un camión por los barrios

Durante la pandemia, Grandas y sus estudiantes sabían qué hacer y a quién ayudar. Pidió el Humanities Truck, el camión de la Universidad que va documentando historias y testimonios vivos en DC.

Entre un viernes y otro llevaron comida y café caliente a sus amigos jornaleros en la plaza de Home Depot. El camión es un laboratorio con equipos de televisión y audio y también es el abreboca para entablar una amistad y un diálogo con la comunidad. De allí salen las historias vivas que se convierten en material de estudio académico.

Así consiguió acercar la universidad a los jornaleros desde 2014. Los alumnos se relacionaron con estos trabajadores y les pidieron que ellos mismos fotografiaran su diario vivir; tiempo después un grupo de estos obreros fue a las aulas y juntos seleccionaron las fotos y con ellas se hizo una exhibición. “Me interesa que la comunidad venga al aula y que nos cuente su vida. Los jornaleros en nuestra universidad tienen un espacio y no son invisibles”, puntualiza Grandas.

En este devenir académico se ha ganado tres becas para desarrollar proyectos con el Humanities Truck, así se logró hacer cinco documentales, uno de los trabajadores emigrantes latinos, otro sobre una salvadoreña que maneja un camión en DC y tres cortometrajes sobre afrolatinas.

La gran presencia de latinos en la ciudad y en ese centro de estudios es de gran interés en American University, por eso acaba de crear una subespecialidad (minor) en estudios latinos. 

 “Nos unen cositas”

¿Qué es ser latino en DC?, la respuesta está en permanente elaboración. Con lo estudiado, enseñado y visto, Grandas agrega matices al lienzo con pinceladas de la diversidad latinoamericana; de los afrolatinos; y, de los mayas, aunque estos últimos no se identifican como tal, a ojos de los anglosajones entran en el mismo grupo. En ese cuadro también hay adherencias de los recién llegados, de los llegados hace mucho tiempo y de los que siempre han estado aquí. 

Ludy Grandas
Grandas y sus estudiantes han puesto mucho énfasis en entablar amistad estudiar la vida de los jornaleros de DC. Foto por cortesía de Ludy Grandas.

No hay definición única pero sí un entendimiento común que nos viene de una historia larga compartida y que nos hace buscarnos entre sí. Mis estudiantes se buscan entre ellos, los latinoamericanos se buscan para hablar en español. No somos uniformes ni es posible el consenso, nos unen cositas en medio de las diferencias”, puntualiza Grandas.

Ni los latinos que trabajan en la universidad escapan al interés de Grandas y sus estudiantes. En abril el patio de ese campus, por un día, será el escenario para difundir las historias y el aporte de la señora que limpia los pasillos, de los alumnos y de los académicos latinos. Con sus testimonios ayudarán a entender qué es ser inmigrante y cómo han conseguido adaptarse sin desnudarse de su identidad.

No sin una taza de café

Puestos a mirar atrás, Grandas no tenía necesidad de venir. Su trabajo como profesora de inglés en la Universidad Industrial de Santander llenaba sus expectativas económicas, pero quería conocer mundo.

En este tinglado de la vida, Cleotilde Tavera, costurera; y, Eduardo Grandas, chofer de buses, no tuvieron las mismas oportunidades de su hija. Ellos apenas completaron la primaria, pero sus esfuerzos dieron frutos, Grandas ha llegado lejos del pueblito donde nació y de la finquita cafetera familiar.

Con Amelia Morales, su maestra de inglés en la secundaria, está en deuda. “Gracias a ella logré un buen nivel del idioma, ha sido y será mi inspiración”, asegura quien en su niñez robaba las tizas de su madre y se encerraba en el armario que tenía un espejo envejecido, ese fue su primera pizarra para enseñarles el abecedario a sus alumnos imaginarios.

Entre la escuela y los juegos ayudó a sembrar café, a recoger, descerezarlo, lavarlo, ponerlo al sol y tostarlo con clavo y canela. “Mi adoración por el café excede cualquier límite. Todo puede faltar en mi alacena, menos café, mejor si es de tueste duro, solo y sin azúcar”.

Visto así, ella es de las convencidas que la vida es demasiado corta como para desperdiciarla sin una taza de buen café, mirando las estrellas y de fondo el rock de Soda Estereo y La Ley.

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