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El arte de la matemática por Tomás Guardia

Tomás Guardia lidera la investigación mundial más importante sobre matemáticas a través de un juego de mesa medieval llamado Rithmomachia

Tomás Guardia
El catedrático venezolano Tomás Guardia es un apasiadonado de la Rithmomachia, un juego de estrategia numérica, creado alrededor del siglo XI. Foto cortesía de Tomás Guardia

Con entrevista de Ricardo Sánchez Silva

Graduado en la Universidad Central de Venezuela (UCV) y con más de 20 años enseñando, tanto en Venezuela como en Estados Unidos, el catedrático venezolano Tomás Guardia es ejemplo de constancia y dedicación para formar a nuevas generaciones a través de la matemática.

Guardia obtuvo su maestría y doctorado en la UCV, donde, además, alcanzó el cargo de catedrático del Departamento de Matemáticas y director interino de la Escuela de Matemáticas. Fue fundador y presidente del Club Venezolano de Rithmomachia en Venezuela. A su ejemplar carrera se le suma la investigación sobre la evidencia estadística sobre las afirmaciones de los patrones de las proporciones metálicas en la naturaleza.

En una entrevista especial con Ricardo Sánchez-Silva, editor sénior de El Tiempo Latino, Guardia habló sobre sus inicios y cómo fue su llegada a Estados Unidos, desde donde trabaja como profesor en la Universidad Gonzaga en Spokane, en el estado de  Washington y es instructor en línea a tiempo parcial en el OHS de la Universidad de Stanford.

“Hice toda mi vida académica en Venezuela. Fui uno de los preparadores más jóvenes de la facultad de Ciencias de la Universidad Central de Venezuela. Me llamaba la atención dar clases. Me gradué en 2002 e inmediatamente me dieron una beca en el Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico de la UCV para comenzar la maestría”.

Como millones de venezolanos desplazados, la crisis en Venezuela, que comenzó con las protestas de 2013 y la muerte de Hugo Chávez, llevó a Guardia a dejar su tierra para buscar nuevas oportunidades en Estados Unidos. En su historia, el catedrático cuenta que los maestros en su país ganaban solo apenas $20 para aquel momento (actualmente el salario es de $3.60).

Tomás Guardia
El catedrático tomó la decisión de salir de su país por la crisis económica que atravesaba en ese momento, buscando un mejor futuro en Estados Unidos. Foto cortesía Tomás Guardia

“En 2016, la situación del país se tornó muy crítica. Fue el comienzo de la escasez y la inflación. Ni siquiera teníamos para comprarle los uniformes a mi hijo. Era una situación muy dura. Apenas me alcanzaba para pagar los gastos. Mi esposa y yo decidimos reducir nuestra alimentación a solo dos comidas por día, para que mi hijo pudiese comer tres veces al día”.

A pesar de la insistencia de su esposa para salir de Venezuela, Tomás no quería dejar su casa ni la universidad, donde se formó como académico y líder gremial. “Pero, cuando la realidad se te impone, no puedes resolver dilemas morales, tienes que resolver problemas”.

Al reflexionar sobre por qué emigrar a Estados Unidos, Guardia señaló que le quería dar un cambio radical a su vida y a todo lo que vivió en Venezuela. “Yo comencé a buscar trabajo desesperado. Llené más de 60 aplicaciones en todas las universidades que encontraban”.

“No me quise ir a Latinoamérica porque los vicios de Venezuela están en América Latina. Esa mentalidad de depender del estado y, yo quería otra cosa”.

Un correo que le cambió la vida

Un 24 de junio, feriado en Venezuela, Guardia recibió un correo electrónico de la jefa de departamento de la Universidad Gonzaga, en el estado de Washington, para confirmar que era elegido para ocupar el puesto. “La entrevista duró una hora y media. Me di cuenta que en realidad me estaban ofreciendo el trabajo, pero había un problema con la visa, si no estaba a tiempo, no me iban a contratar”.

Fue un nuevo comienzo para Guardia. La Universidad de Gonzaga hizo todo el procedimiento para obtener la visa rápida (aprobación de 60 días). “Llego a Spokane dos semanas antes del inicio del semestre. Llegué con una visa H1 patrocinado por la universidad. Ya me tenían todo, la casa y todo el mobiliario. Llegué por un año, porque mi contrato era así”.

“La decana de la universidad conversó conmigo y, me recomendó que lo mejor era tener una Green Card con el objetivo de pasar a un contrato de tres años y renovación automática”, añadió Guardia.

Un camino en Stanford

Guardia se convirtió en una voz importante en las protestas universitarias que sacudieron Venezuela en 2013. Foto cortesía de Tomás Guardia

Guardia señaló que había introducido una solicitud para trabajar en la Universidad de Stanford, sin embargo, no podían contratarlo si no tenía una greencard. Una vez con la residencia permanente, el catedrático venezolano aceptó una oferta de Stanford a tiempo parcial.

“Trabajar en Stanford ha sido una maravilla para mi. Doy clases con la modalidad online en Stanford, pero continúo con mi trabajo a tiempo completo en la Universidad de Gonzaga ”, dijo.

Dentro de sus cursos, Guardia ha enseñado desde suma de fracciones hasta historia de la matemática. “He dado una gran cantidad de cursos. Toda mi experiencia previa como estudiante, preparador, profesor y líder universitario me llevó hasta aquí, sin eso, no hubiese llegado cómodo a Estados Unidos”.

“Hay que formarse y trabajador duro, porque con base a eso, se te abrirán las puertas del futuro”.

El lenguaje de la Rithmomachia

La historia de Tomás con la Rithmomachia comenzó cuando su mamá le regala un libro de historias de la matemáticas de Jean Smith. “Este juego de la Rithmomachia tiene un estilo como el ajedrez con tres ángulos, círculos, cuadrados y números. Esto llamó mi atención”.

La Rithmomachia se puede enseñar en niños, para introducir las primeras nociones de los números, pero también en matemáticas universitarias. Foto cortesía de Tomás Guardia

Guardia explica que para esa época (1997) el internet apenas estaba surgiendo, no había Google ni  ningún motor de búsqueda más allá de los libros. “En el año 2001, la profesora del departamento de Historia de la Universidad de Pensilvania, Ann Moyer, escribió un libro sobre el auge y la caída de la Rithmomachia en la Europa Medieval. La contacté para pedirle el libro”.

Después de esto, Guardia junto a un colega, Douglas Jiménez, decidió fundar el primer Club Venezolano de Rithmomachia. “Comienza el interés por estudiar matemáticamente el juego. Nos interesó cuál era el patrón de los números y cómo se conectaban, por qué eran estos números y no otros”.

“Lo que nosotros hacemos son las matemáticas recreativas estudian los patrones matemáticos detrás de los juegos abstractos”, detalló. “Se trata de buscar los patrones matemáticos detrás de los juegos. En la Rithmomachia, hay teorías de números, combinatoria, matemática discreta, hay que comenzar a hacer inteligencia artificial y hay que empezar a estudiar la complejidad del juego”

¿Cómo es el juego? En la Rithmomachia cada jugador tiene 24 piezas (ocho círculos, ocho triángulos y ocho cuadrados). Uno de los cuadrados es una pirámide que es la suma consecutiva de números al cuadrado.

Para Guadia, es necesario hacer proyectos en educación matemática para que el juego, como la Rithmomachia, sea una herramienta para promover el aprendizaje lúdico de las matemáticas.