En un suceso ocurrido en Yukon, Oklahoma, el adolescente Rayce Ogdahl sobrevivió a una electrocución que puso en peligro su vida cuando su collar de crucifijo actuó como conductor. Este accidente tuvo lugar en su dormitorio, provocándole graves quemaduras y dejando a su comunidad atónita por la extraña naturaleza del accidente
Cronología de lo ocurrido
La secuencia comenzó cuando Ogdahl, acomodándose en su cama, dejó que su collar accidentalmente entrara en contacto con el enchufe de un alargador.
Su madre, Danielle Davis, relató la velada. "Escuché que gritaba 'mamá' y mi hijo estaba parado en el pasillo... Dijo 'He sido electrocutado. Fue mi collar'", describió Davis.
Mientras tanto, el colgante de la cruz se derritió en su colchón, dejando un agujero de tres pulgadas de profundidad como ácido.
Posteriormente, Ogdahl fue trasladado de urgencia al hospital, donde los médicos dijeron que había soportado “suficientes amperios para matarlo”, lo que los llevó a controlar su corazón durante los siguientes días.
Ogdahl, consciente durante el incidente, describió haber sentido chispas que emanaban de su collar, seguidas de un dolor agudo en todo el cuerpo. "Estuve completamente consciente durante todo el proceso y sabía que me estaba electrocutando... Como todo era metal, hizo un circuito completo alrededor de su cuello".
En un intento de hacer frente a la quemadura, se autolesionó aún más, sufriendo quemaduras adicionales en las manos, donde el collar se había fundido, “soldó parte de su cadena al cargador”.
Las secuelas del incidente fueron graves. Ogdahl sufrió quemaduras de segundo a cuarto grado desde la barbilla hasta la clavícula, con posibles cicatrices permanentes, y posiblemente requiriendo futuros injertos de piel si la curación no es óptima. Más allá de las lesiones físicas, el peaje psicológico le afectaron a él y a su familia.
En una llamada a la precaución, Davis emitió un anuncio de servicio público tras la experiencia. Destacó los peligros del uso negligente de los aparatos electrónicos.
"Cuando se trata de su teléfono, no hay un mensaje de texto o notificación que sea lo suficientemente importante como para tener su teléfono en su cama... Cualquier cosa puede pasar y Rayce es prueba de ello. Presten atención a sus cables y recomendaría a cualquiera que no use cables de extensión en absoluto”.
Afirmó Davis
Mientras Ogdahl se recupera, su experiencia pone de relieve cómo los entornos rutinarios pueden volverse peligrosos, transformando paradójicamente un dormitorio típico en una zona casi letal.