Este viernes, la comunidad de Irán acudió en masa a las urnas para unas elecciones en búsqueda de un nuevo presidente, una votación que se produce en medio de importantes desafíos internos y externos.
Estas elecciones, ensombrecidas por los recientes cambios de liderazgo tras el catastrófico accidente de helicóptero que se cobró la vida del presidente Ebrahim Raisi y de destacados funcionarios, podrían redefinir el rumbo futuro de Irán.
La repentina muerte de Raisi, un firme leal al régimen y esperado sucesor del enfermo líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, creó una necesidad urgente de un nuevo liderazgo.
Las elecciones, que se celebran tras este vacío de liderazgo, son también la primera votación presidencial desde la muerte de Mahsa Amini en 2022, un incidente que desencadenó protestas generalizadas contra la brutalidad de la policía de la moralidad.
Los candidatos entran en esta carrera de altos vuelos con el telón de fondo del deterioro de las relaciones entre Irán y Occidente, un programa nuclear en expansión y un riesgo creciente de conflicto con Israel.
Hace dos meses, Irán e Israel intercambiaron disparos por primera vez, señal de un aumento de las tensiones mientras Israel se prepara para posibles enfrentamientos con Hezbolá, apoyado por Irán, en el Líbano.
Entre los candidatos clave, Mohammad Bagher Ghalibaf, Masoud Pezeshkian y Saeed Jalili surgieron como favoritos. Preaprobadas por el Consejo de Guardianes de Irán, sus candidaturas reflejan un escrutinio sistémico alineado con las directrices de Jamenei.
Irán busca nuevo presidente con elecciones en medio del conflicto
Masoud Pezeshkian, reformista y exministro de Sanidad, ganó prominencia durante las protestas de 2022, admitiendo cándidamente en la televisión nacional: "Es culpa nuestra. Queremos implantar la fe religiosa por la fuerza. Esto es científicamente imposible".
Esta postura resonó entre los votantes desilusionados por la continua represión.
En el frente conservador, Ghalibaf, presidente del Parlamento iraní, y Jalili, un veterano asesor de seguridad, destacan como figuras prominentes. Jalili por su papel en las negociaciones nucleares de 2015, un diálogo destinado a levantar las sanciones.
Cuando la campaña alcanzaba su punto álgido, los conservadores Amirhossein Qazizadeh-Hashemi y Alireza Zakani retiraron sus candidaturas, consolidando el voto de la línea dura para reforzar las posibilidades frente al reformista Pezeshkian.
Para ganar directamente, un candidato necesita más del 50% de los votos, o la elección pasa a una segunda vuelta entre los dos principales contendientes.
En medio de la agitación económica y de una inflación galopante -que en junio se situó en el 36,1%- Ghalibaf encauza una retórica populista, culpando directamente a las sanciones occidentales de los males financieros de Irán y prometiendo un rejuvenecimiento económico a través del mandato electoral.
En marcado contraste, los partidarios de Pezeshkian, atraídos por su visión reformista, ansían mejorar las relaciones internacionales para elevar la posición económica de Irán. No obstante, abunda el escepticismo.
Una parte significativa de la población, disuadida por las recientes represiones violentas y la privación sistemática del derecho de voto, contempla la posibilidad de boicotear las elecciones, al sentirse desconectada de sus resultados.
Elegirán nuevo líder político para Irán
Trita Parsi, del Instituto Quincy, observa un entusiasmo inesperado, posiblemente debido al carácter repentino de las elecciones tras la prematura muerte de Raisi, lo que apunta a un proceso electoral percibido como menos controlado por el régimen.
Jamenei dirige la política exterior, pero el papel del presidente sigue siendo crucial. La posible presidencia de Pezeshkian, apoyada por su aliado Javad Zarif, podría insinuar un deshielo en las relaciones entre Irán y Occidente.
Sin embargo, las recientes advertencias de Jamenei contra las políticas orientadas hacia Occidente subrayan las tensiones existentes en el panorama político iraní.
Con Oriente Próximo tambaleándose al borde del abismo y un escenario político occidental impredecible, el nuevo presidente de Irán, ya sea de línea dura o reformista, se enfrenta a un formidable camino por delante.