Las convulsiones son episodios súbitos de actividad eléctrica anormal en el cerebro que pueden provocar una variedad de síntomas, desde alteraciones breves en el comportamiento o la conciencia hasta movimientos violentos e incontrolados.
Aunque las convulsiones suelen asociarse con la epilepsia, una condición crónica del cerebro que predispone a estos episodios recurrentes, pueden también ocurrir en personas sin antecedentes de epilepsia debido a otras causas subyacentes. Una de estas causas es la hipertensión, una condición en la que la presión arterial se encuentra persistentemente elevada.
¿Qué otras causas, además de la epilepsia, genera las convulsiones?
La hipertensión, o presión arterial alta, es un problema de salud significativo que afecta a millones de personas en todo el mundo. Esta condición aumenta el riesgo de diversas complicaciones, incluyendo accidentes cerebrovasculares, enfermedad renal y problemas cardíacos. El cerebro, siendo uno de los órganos más sensibles a los cambios en la presión sanguínea, puede verse gravemente afectado por la hipertensión.
Las convulsiones en personas con hipertensión sin antecedentes de epilepsia suelen ser el resultado de una crisis hipertensiva. Estas son una emergencia médica en la que la presión arterial se eleva súbitamente a niveles peligrosos, típicamente superiores a 180/120 mmHg. En estos casos, la elevada presión puede causar encefalopatía hipertensiva, una condición que afecta el cerebro y puede inducir convulsiones.
La encefalopatía hipertensiva ocurre cuando la presión arterial extremadamente alta causa un aumento de la presión intracraneal y una disfunción en la barrera hematoencefálica.
Esta disfunción puede provocar edema cerebral (hinchazón del cerebro) y una alteración en la actividad eléctrica neuronal, desencadenando convulsiones. Los síntomas de la encefalopatía hipertensiva incluyen dolor de cabeza severo, náuseas, vómitos, alteraciones visuales, confusión, y en casos graves, convulsiones y pérdida de conciencia.
El diagnóstico de convulsiones inducidas por hipertensión se basa en una combinación de historial clínico, medición de la presión arterial y estudios de imagen cerebral como la tomografía computarizada (TC) o la resonancia magnética (RM). Estos estudios ayudan a identificar signos de daño cerebral, como hemorragias o edemas, que pueden estar contribuyendo a las convulsiones.
Prevenir las convulsiones inducidas por hipertensión implica un control riguroso y constante de la presión arterial. Las personas con hipertensión deben seguir las indicaciones médicas y mantener un estilo de vida saludable, que incluya una dieta balanceada, baja en sodio, ejercicio regular, y evitar el consumo excesivo de alcohol y tabaco.
El monitoreo regular de la presión arterial y la adherencia a la medicación antihipertensiva son esenciales para prevenir episodios de crisis hipertensiva.