La comida rápida, o "fast food", es un elemento omnipresente en la cultura estadounidense. Entre las opciones más comunes se encuentran la pizza, las hamburguesas y el pollo frito.
Cada una tiene su propio atractivo y características únicas que la hacen popular entre los consumidores. Sin embargo, cuando se trata de evaluar su impacto en la salud, es crucial considerar diversos factores, incluyendo contenido calórico, grasas, sodio y frecuencia de consumo.
Cuando se comparan estos tres tipos de comidas rápidas, todas tienen sus propios riesgos para la salud si se consumen en exceso. Sin embargo, el pollo frito generalmente se considera la opción más perjudicial debido a varias razones:
- El pollo frito tiene un alto contenido en grasas trans, que son especialmente dañinas para el corazón y los vasos sanguíneos. La fritura aumenta el contenido calórico y de grasas saturadas, lo que puede llevar a un aumento de peso y problemas cardiovasculares. El empanizado y los condimentos utilizados en el pollo frito son ricos en sodio, contribuyendo a la hipertensión.
- Las hamburguesas y la pizza también presentan riesgos considerables, pero tienen un margen para ser preparadas de manera más saludable. Por ejemplo, las hamburguesas pueden hacerse con carnes magras y vegetales frescos, y las pizzas pueden incluir más verduras y menos queso.
Casi un 40% de los estadounidenses consume fast food
Aproximadamente el 37% de los adultos en Estados Unidos consume comida rápida en un día determinado, según datos de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición (2013-2016) .
Este porcentaje es más alto entre los adultos jóvenes de 20 a 39 años, donde alcanza el 44.9% . Además, el consumo de comida rápida tiende a aumentar con el nivel de ingresos.
Alrededor de un tercio de los niños en EEUU consume comida rápida regularmente. En 2003, cerca del 40% de los niños lo hacía, pero este porcentaje se redujo a menos del 33% para 2010.
Un informe de 2016 indicó que el 91% de los padres compraron comida rápida para sus hijos en la semana anterior a la encuesta, un aumento respecto a años anteriores.
Estrategias para abordar el consumo de la comida rápida
El alto consumo de comida rápida y su impacto negativo en la salud han llevado al gobierno de Estados Unidos a implementar varias estrategias y políticas para abordar este problema.
Estas medidas están diseñadas para promover una alimentación más saludable y reducir la prevalencia de enfermedades relacionadas con la dieta, como la obesidad, la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares.
A través de una combinación de regulaciones, programas educativos, incentivos económicos y colaboración con el sector privado, el gobierno de norteamericano está tomando múltiples medidas para abordar el impacto negativo del alto consumo de comida rápida.
Si bien estos esfuerzos han logrado ciertos avances, la efectividad de estas políticas depende en gran medida de su implementación continua y del apoyo de la comunidad en general.