La asfixia sexual, conocida como asfixia erótica para quienes gustan de los términos elegantes, dejó de ser un tópico reservado para el BDSM de nicho. Ahora es el pan de cada día —metafórico, claro está— para muchos jóvenes de la Generación Z. Aunque parece el próximo top trending después de los videos de gatos, los expertos están más asustados que tranquilos.
Crece la asfixia sexual y el BDSM entre jóvenes
Con datos de 2020 de la Universidad de Indiana, ahora sabemos que el 31% de las mujeres universitarias y el 25% de personas transgénero y no binarias participaron en actos de asfixia sexual. Mientras tanto, solo el 7% de los hombres dijo haber jugado el papel de “asfixiados”. Parece que este tipo de dinámicas relacionadas al BDSM (Bondage, Dominación, Sadismo y Masoquismo) están mucho más normalizadas de lo que tu tío creerá jamás.
La Dra. Debby Herbenick, experta en salud pública, no puede creer el cambio generacional. “Hace 15 años, casi nadie practicaba asfixia sexual. Ahora, muchos jóvenes se involucraron en ella”, comentó en entrevista para Sex and Psychology. También indicó que los adultos mayores de 50 años casi nunca participaron en esta práctica, lo que evidencia un cambio llamativo entre generaciones.
“Choke me daddy” pasó de meme a realidad
No todo es culpa de la Generación Z por ser autoexploradores creativos. El estudio australiano It’s Time We Talked de 2024 reveló que el 35% de los jóvenes conocieron la asfixia sexual a través de contenido para adultos (sí, pornografía). Además, redes sociales (segundo lugar con 33%) como TikTok y memes de “choke me daddy” contribuyeron al hype.
La socióloga Maree Crabbe aseguró que no se trata solo de pornografía, sino de una “sopa cultural” que normalizó conductas peligrosas. “Lo que vemos y escuchamos influye en cómo pensamos sobre el placer y la sexualidad”, enfatizó Crabbe. Además, los jóvenes asocian esta práctica con poder, confianza y una intensidad emocional que les atrae, según una publicación de The Guardian.
Los riesgos graves de la asfixia sexual
Vamos al grano: la asfixia sexual no es un simple “juguemos rudo”. Es un acto lleno de riesgos, porque interrumpir el flujo de oxígeno no es exactamente la idea brillante de la semana. Según el Dr. Herbenick, apretar el cuello puede generar desde desgarres en las arterias hasta accidentes cerebrovasculares. “En cuestión de 10 segundos, una persona puede perder el conocimiento y, en 150 segundos, podría morir”, advirtió en New York Post.
Y en números específicos, el 15% de quienes participaron en esta práctica encontraron moretones en el cuello, y el 3% terminó perdiendo el sentido.
Consentimiento y educación sexual
En muchos casos, la asfixia sexual se realizó sin un consentimiento claro o adecuado. Alice Birbara, actriz australiana de 30 años, relató que un hombre la asfixió sin aviso durante un encuentro. Aunque previamente discutieron este tema por mensaje, el hombre asumió consentimiento sin comprobar señales durante el acto. “Después me vi obligada a ir al hospital por dificultad para respirar, pero el daño psicológico fue peor”, compartió Birbara con el The Guardian.
El problema radica en que esta práctica pierde clave de seguridad cuando una persona queda incapaz de hablar o hacer señales físicas. Por ello, la Dra. Heather Douglas, experta en violencia de género, señaló que no existe una manera 100% segura de realizarla. “Incluso quienes establecen palabras clave ven límite en caso de asfixia, porque el cuerpo reacciona con respuestas automáticas como el congelamiento”, explicó.
¿Rechazarlo todo o modificar riesgos?
Si lanzaste tus accesorios al fuego imaginando el fin definitivo de esta práctica, espera. Hay quienes promueven estrategias para bajar los peligros, como mantener presiones suaves con una mano. Aunque el Dr. Herbenick lo explicó, no deja de insistir que cualquier estrangulación involucra riesgos inherentes.
El Dr. Herbenick llamó a los padres a involucrarse en estas conversaciones y dejar de depender solo de la educación sexual limitada en las escuelas. “La asfixia sexual probablemente no aparecerá en programas académicos, aunque sabemos que es parte de la vida de muchos adolescentes”, afirmó el experto.
Otro enfoque incluyó estrategias de reducción de daño. La Dra. Maree Crabbe manifestó que, más que demonizar, necesitamos conversaciones honestas. “Cuanta más información venga de fuentes confiables, mejor podrán decidir los jóvenes”, dijo para el mismo estudio antes mencionado. Así que menos “¡qué horror!” y más enseñanza proactiva.
¿Cómo abordar este fenómeno?
El ascenso de la asfixia sexual entre la Generación Z plantea un desafío tanto para educadores como para familias. Aunque muchos se preocupan por las posibles consecuencias de normalizarla, expertos como el Dr. Alan McKee opinan que la clave está en evitar la estigmatización. “Necesitamos ofrecer información confiable y no juzgar, o los jóvenes buscarán respuestas en fuentes poco confiables”, sugirió.
El caso de esta tendencia destaca la importancia de la educación abierta, clara y basada en ciencia. Las prácticas sexuales, aunque forman parte de la exploración personal, deben tratarse con cuidado para evitar consecuencias físicas y emocionales graves. La Generación Z enfrenta decisiones complejas en medio de un entorno sobrecargado de información contradictoria. Por ello, un enfoque de comunicación saludable y prevención resulta más necesario que nunca.