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Casos de fiebre de los conejos suben 56%, conoce los síntomas y cuidados

La tularemia ocurre por la bacteria Francisella tularensis, que afecta principalmente a roedores, liebres y conejos.

Tularemia en aumento con 2.462 casos detectados. | Foto: Narongrit Sritana/Pexels.

Un aumento inesperado de casos de tularemia, conocida como fiebre de los conejos, prende las alarmas en Estados Unidos. Esta enfermedad bacteriana rara, pero peligrosa, registró un incremento del 56% en la última década, con 2,462 diagnósticos confirmados entre 2011 y 2022, informó el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).

¿Qué es la fiebre de los conejos?

Fox News reseñó que la tularemia ocurre por la bacteria Francisella tularensis, que afecta principalmente a roedores, liebres y conejos. Sin embargo, puede saltar al humano a través de varias vías:

  • Mordeduras de garrapatas o moscas de los ciervos.
  • Contacto directo con animales infectados.
  • Exposición a agua o aerosoles contaminados.

Por su potencial para causar daño masivo si se manipula de forma indebida, los CDC la clasificó como un “agente selecto de nivel 1”. Esto plantea preocupaciones adicionales sobre su posible uso en bioterrorismo.

Síntomas que no pasan desapercibidos

Los efectos de la tularemia cambian según la vía de infección. Algunos de los síntomas más comunes incluyen:

  • Fiebre, escalofríos y fatiga.
  • Dolores musculares y en el pecho.
  • Úlceras en la piel o inflamación en los ganglios linfáticos.
  • Problemas respiratorios como neumonía.

En los peores casos, puede causar infecciones en la sangre y complicaciones graves. Aunque la tasa de mortalidad generalmente no pasa el 2%, podría alcanzar el 24% si no se trata con antibióticos adecuados.

¿Quiénes están en mayor riesgo?

El riesgo de infección no es el mismo para toda la población. Según el informe de los CDC, los siguientes grupos son más vulnerables:

  • Niños de 5 a 9 años.
  • Hombres mayores.
  • Indígenas americanos y nativos de Alaska.

Las personas que viven en estados centrales, donde hay contacto frecuente con vida silvestre, también enfrentan un mayor peligro. Actividades como la caza o el manejo de fauna infectada aumentan significativamente las posibilidades de contraer la enfermedad.

Avances en la detección

Las nuevas tecnologías, como las pruebas PCR, mejoraron la detección de tularemia. Antes, solo los cultivos bacterianos o pruebas de anticuerpos confirmaban los casos. Ahora, los diagnósticos son más rápidos y permiten identificar infecciones con mayor precisión. El Dr. Daniel Ruderfer, jefe de la División de Enfermedades Infecciosas Pediátricas del Hospital Infantil Hackensack Meridian K. Hovnanian de Nueva Jersey, señaló a New York Post que estos avances influyeron notablemente en el aumento de reportes recientes.

Prevención y tratamiento

Aunque los antibióticos actuales tratan la enfermedad con éxito, no existe una vacuna para prevenir la tularemia. Protección básica puede reducir el riesgo, especialmente en las zonas afectadas:

  • Utilizar repelente contra insectos y ropa que cubra la piel.
  • Evitar el contacto con animales silvestres muertos o enfermos.
  • Nunca consumir agua sin tratar de fuentes naturales.

Los CDC advirtieron que quienes trabajan en contacto con fauna deben buscar atención médica inmediata si presentan fiebre, dolor intenso o cualquier otro síntoma sospechoso.

Sin miedo, pero con cuidado

Aunque la tularemia aumentó, no es motivo para pánico generalizado. La población sin exposición directa a estos animales o insectos raramente se verá afectada. Ruderfer aclaró que el riesgo entre quienes no viven en áreas rurales o tienen contacto directo con vida silvestre es mínimo. Sin embargo, subrayó la importancia de actuar rápido ante cualquier malestar sospechoso.

La fiebre de los conejos subió en frecuencia, pero no debe tomarse como una amenaza de salud que desate alarma innecesaria en la población general. Los expertos insisten en la necesidad de educar sobre los peligros de la enfermedad y proteger a quienes desempeñan trabajos o actividades que los expongan a ella. Con detección temprana, tratamientos adecuados y precauciones básicas, las tasas de mortalidad se mantienen bajas y los casos graves disminuyen drásticamente.

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