El vapeo, percibido durante años como una opción más segura al cigarro, no es tan inofensivo como se pensaba. Nuevos estudios revelaron que los usuarios de cigarrillos electrónicos enfrentan riesgos similares, e incluso mayores, que los fumadores tradicionales. Estudios señalan problemas cardíacos, pulmonares, cerebrales, e incluso efectos alarmantes en la visión.
Daños a las arterias y el corazón
El estudio más reciente de la Manchester Metropolitan University confirmó que los usuarios de vapes enfrentan el mismo daño arterial que los fumadores. Las arterias de ambos grupos mostraron rigidez y falta de dilatación, señales directas de futuros problemas cardiovasculares.
“No imaginamos al inicio que los vapes serían igual de malos que los cigarros”, confesó el Dr. Maxime Boidin, líder de esta investigación. Según sus datos, químicos como la nicotina y compuestos carbonílicos en los vapes provocan inflamación que termina dañando las paredes arteriales.
En Estados Unidos, la situación no es menos preocupante. La última encuesta de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) destacó que, aunque el uso de cigarrillos electrónicos entre jóvenes disminuyó un 36% en 2024, aún 1.63 millones de estudiantes de secundaria y preparatoria aseguraron ser usuarios actuales. Además, un alarmante 26.3% de estos jóvenes vapea diariamente, aumentando su riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Datos que alarman:
- Usuarios de vapes y fumadores exhibieron flujos sanguíneos igualmente deteriorados en pruebas de esfuerzo.
- El riesgo de arritmias fatales y fallos cardíacos se duplica con el vapeo, según la American Heart Association (AHA).
Además, el acceso continuo al vapeo agrava estos peligros. “A diferencia de los fumadores, los vapers pueden usar su dispositivo sin parar, es imposible medir cuántas veces inhalan al día”, agregó Boidin.
Problemas respiratorios y colapsos pulmonares
Las enfermedades pulmonares vinculadas al vapeo van en aumento. New York Post destacó casos como el colapso pulmonar de varios jóvenes en EEUU o el ingreso hospitalario de 40 niños en Inglaterra solo el año pasado, por complicaciones respiratorias relacionadas al vapeo.
Además, un estudio de 2024 reveló que tanto los vapes con nicotina como los que no la contienen alteran el flujo sanguíneo y la oxigenación corporal, vinculándose con coágulos y daño vascular.
Además, se detectaron metales pesados como plomo y uranio en adolescentes que usan frecuentemente estos dispositivos. Un análisis realizado por la Universidad de Nebraska encontró que los vapeadores adolescentes tienen un 30% más de plomo y un 50% más de uranio en su organismo.
La Johns Hopkins University detectó que, además de nicotina, los vapes contienen pesticidas y agentes irritantes. Un caso extremo reportado por Mirror involucró a una mujer con dos litros de líquido oscuro extraídos de sus pulmones tras años de usar cigarrillos electrónicos.
Efectos en la fertilidad y disfunción sexual
Aquí es donde se aprieta aún más la soga. Un estudio de la Universidad de Nueva York halló que los hombres que vapean regularmente tienen el doble de probabilidades de sufrir disfunción eréctil. La nicotina y otros químicos obstaculizan la dilatación arterial y deprimen los niveles de testosterona, afectando directamente la función sexual.
En las mujeres, el panorama no mejora. La Dra. Helen O’Neill, autora de un análisis reciente, confirmó que el vapeo puede disminuir la cantidad de óvulos disponibles, afectando la capacidad reproductiva. Colocó los efectos hormonales de los vapes al mismo nivel que los provocados por fumar.
Un cerebro en riesgo
En los jóvenes, los efectos son aún más perturbadores. La Manchester Metropolitan University determinó que la nicotina bloquea áreas cerebrales clave para la toma de decisiones y regulación emocional. Esto aumenta la ansiedad, el impulso y las posibilidades de adicción, factores alarmantes en usuarios de entre 16 y 24 años.
Según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas Británica, un 15.8% de los vapers pertenece a este grupo etario, lo que supone riesgos adicionales debido al desarrollo cerebral incompleto.
Adicción y consumo descontrolado
El acceso y la comodidad con que se usan los vapes los convierten en una adicción disfrazada. En EEUU., se reportó que 87.6% de vapeadores jóvenes prefieren productos con sabores atractivos como frutas o dulces, según la FDA.
En Reino Unido, ya hay 5.1 millones de usuarios vapers, según cifras oficiales, generando un fenómeno cultural que preocupa a los médicos. Frente a esto, el gobierno británico anunció que prohibirá los vapes desechables en junio, buscando reducir su popularidad especialmente entre adolescentes y jóvenes adultos.
Un futuro que exige regulación
Autoridades y especialistas están claros en algo: el vapeo no es un pasaje limpio hacia una vida libre de humo. Expertos como Boidin lo califican de “puente hacia problemas igual de graves”. El gobierno británico ya planea prohibir vapes desechables para evitar atraer más jóvenes, pero la pregunta sigue en el aire: ¿será eso suficiente?
“El único uso justificado para los vapes sería ayudando a dejar de fumar, pero con límites claros y bajo prescripción médica”, opinó Boidin al Mirror, advirtiendo que una "emergencia de salud pública" podría estallar en los próximos 10 o 15 años si responsables políticos no actúan ya.
Hoy más que nunca, los hallazgos invitan a pensar dos veces antes de dar el siguiente “puff”. Vapear no es tan inocente como parece, y sus consecuencias podrían ser igual, o incluso más, devastadoras que las del cigarro tradicional. Proteger la propia salud empieza aquí y ahora.