De la diplomacia a los negocios hay solo un paso (o medio si hablamos de Donald Trump). El presidente iniciará su road trip a Medio Oriente este martes, pero no por petróleo ni por paz: por business.
En su primer viaje del segundo mandato, pasará por Arabia Saudita, Qatar y Emiratos Árabes con una agenda que no se molesta en disimular prioridades: inversiones, acuerdos militares, inteligencia artificial, energía... y sí, más inversiones. No va a Jerusalén, no hay foto con Benjamín Netanyahu, y la paz en Gaza queda en segundo plano. En cambio, hay promesas de un billón de dólares en contratos, reuniones con ejecutivos de Wall Street, Silicon Valley y ¿la reactivación de los Acuerdos de Abraham?
Trump negoció directamente con Hamás la liberación de Edan Alexander, el último rehén israelí‑estadounidense con vida en Gaza, tras casi 19 meses de cautiverio. El gobierno de Israel, hasta ahora, guarda silencio, una pausa elocuente que refleja la incomodidad de que la Casa Blanca cerrara el trato sin pasar por Jerusalén. El gesto calza con la doctrina America First y marca el primer roce visible entre Trump y Netanyahu en este segundo mandato.
Todos los caminos conducen a… los Acuerdos de Abraham. En su primer mandato, el presidente negoció los Acuerdos de Abraham, donde países como Emiratos Árabes Unidos, Marruecos y Baréin reconocieron por primera vez a Israel. El príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, había dicho que no puede “haber una normalización” de las relaciones hasta que Tel Aviv detenga sus ataques en Gaza.
Entre todos estos acuerdos y desacuerdos, el enviado para Medio Oriente de la Casa Blanca, Steve Witkoff, declaró el 5 de mayo que se espera avances en la ampliación de los Acuerdos de Abraham.
Pero, antes… business.
- AI, chips y tecnología. En paralelo al viaje, se celebrará un foro en Riad donde participarán los CEO de OpenAI, Nvidia, Palantir, Alphabet y otros gigantes tecnológicos. ¿El objetivo? Facilitar el acceso del Golfo a chips avanzados y sistemas de inteligencia artificial, en plena batalla global por el control de esta industria. La administración Trump ya desmontó una regulación clave de la era Biden, abriendo la puerta a exportaciones antes vetadas. ¿La pregunta del millón? Si ese “avance” es por seguridad nacional o por negocios con viejos amigos.
- Ambiciones nucleares: energía, geopolítica y algo de déjà vu. Arabia Saudita quiere su propio programa nuclear civil, y Trump parece dispuesto a ayudar. Aunque antes este tipo de acuerdos dependían de la normalización con Israel, hoy las condiciones parecen más laxas. La promesa: cooperación nuclear con fines “pacíficos” y más influencia regional. La preocupación: que se abran las puertas a una carrera nuclear en la región. Por ahora, lo concreto es que el secretario de Energía habló de un “camino claro” hacia ese pacto… pero será el presidente quien lo anuncie, si lo ve rentable.
- En este viaje también hay rumores. Parece que Trump quiere rebautizar el “Golfo Pérsico” como “Golfo Árabe” —un gesto que los líderes árabes aplaudirían, pero que podría encender aún más las tensiones con Irán. También suenan posibles anuncios sobre alivios a las sanciones a Siria. Todo esto mientras se discute si Arabia Saudita necesita más apoyo financiero para sostener su ambicioso plan Visión 2030, que busca transformar la economía y la sociedad de ese país, reduciendo la dependencia de petróleo y convirtiéndose en líder mundial en diversos sectores.
Trump no está viajando al Golfo para hacer las paces, sino para cerrar tratos. Y no lo esconde. Este tour no es una cumbre de paz, sino una lluvia de inversiones. Los acuerdos de normalización podrían reactivarse, pero con chips, uranio y promesas de billones como protagonistas. Los Acuerdos de Abraham reviven, pero sin foto en Jerusalén, ni compromiso real con Gaza. ¿La amistad con Netanyahu? Parece que primero están los negocios.