Entre visas canceladas, turistas detenidos en fronteras y una guerra comercial global, podría parecer lógico asumir que el turismo internacional hacia EEUU colapsó. Sin embargo, la realidad es más matizada. En lo que va de año, las llegadas internacionales se mantienen casi iguales al 2024. El bajón de marzo (10%) fue un efecto calendario debido a la fecha de Semana Santa, y en abril las cifras ya volvieron a niveles normales.
El verano, clave para el sector, tampoco pinta tan oscuro: las reservas de vuelos desde Asia subieron un 4%, mientras que desde Europa cayeron apenas 2%.
Canadá: política, economía y boicot. La excepción dramática es Canadá. Desde que Trump intensificó su hostilidad hacia el país vecino —hablando incluso de convertirlo en el estado número 51—, los canadienses respondieron con una fuerte caída en viajes hacia EE.UU.: las reservas aéreas para verano bajaron 21%, y los cruces terrestres en algunos puntos clave (como Niagara Falls y la frontera Vancouver-Seattle) cayeron más del 40%. En lugar de visitar EEUU, los turistas canadienses están apostando por el turismo interno, cuyas reservas aumentaron 6%.
Turismo: señales mixtas y cautela. A pesar del susto canadiense, los datos revelan una imagen compleja. Las reservas desde países como España (+8%), Irlanda (+11%) y Argentina (+39%) crecieron considerablemente, mientras Alemania (-12%) y Holanda (-17%) muestran caídas notables.
La incertidumbre económica y los tipos de cambio influyen más que las tensiones políticas en muchas decisiones individuales. Y aunque las reservas desde Japón subieron significativamente tras fortalecerse el yen, la caída desde Corea del Sur se explica parcialmente por la debilidad del won. El turismo, al final, parece ser más sensible a la billetera que a la retórica política.