Antes de las elecciones de julio para la cámara alta, el Primer Ministro japonés Shigeru Ishiba advierte a los parlamentarios que no es viable financiar recortes de impuestos con más deuda. Japón ostenta $1.13 billones en deuda del Tesoro de EE.UU., y su deuda respecto al PIB es del 250%. Esta enorme cifra lo convierte en el mayor inversor extranjero en el gobierno estadounidense, según el informe original.
Ishiba, quien asumió el liderazgo de Japón el año pasado como un "fiscal hawk", enfatizó que "la situación fiscal de nuestro país es, sin duda, extremadamente pobre, peor que la de Grecia". Cabe destacar que Japón ya ha superado el tamaño de su PIB con una deuda 2.5 veces mayor. Es irónico considerar que, aunque Grecia enfrentó una crisis con menos del 120% de deuda-PIB, Japón sigue adelante gracias a la tendencia de sus ciudadanos a ahorrar.
El estancamiento del PIB japonés
El panorama económico de Japón se torna sombrío. La contracción del PIB reportada la semana pasada se suma a las dificultades fiscales del país. Con los rendimientos de sus bonos a 40 años alcanzando máximos de 20 años, el costo de la deuda aumenta y alimenta el riesgo de recesión. El mercado japonés sigue ajustándose tras el llamado “Ishiba shock” que sacudió a Tokio tras la elección de Ishiba en septiembre pasado.
Impacto en Estados Unidos
Mientras Japón enfrenta sus propios desafíos, sus relaciones económicas con EE.UU. también están bajo presión. Recientemente, Moody’s degradó la calificación crediticia perfecta AAA de EE.UU., desencadenando una venta masiva de deuda gubernamental. En este contexto, el rendimiento de los bonos a 30 años superó el 5%, lo que podría repercutir en la economía global dado el papel de Japón como principal tenedor extranjero de bonos del Tesoro estadounidense.
El rumbo del gobierno japonés
Ishiba ha desafiado las expectativas al tratar de poner freno a los excesos de las políticas económicas de "Abenomics", implementadas por el difunto Shinzo Abe. Estas políticas dependían de estímulos monetarios y fiscales coordinados, lo que contribuía a un control flexible de la curva de rendimiento. Con las elecciones en julio, se pone a prueba la capacidad del Primer Ministro para mantener en pie su enfoque fiscal conservador, especialmente frente a las demandas de nuevas medidas de estímulo.
En resumen, Japón se encuentra en un punto crítico de su historia económica reciente. Con una deuda asfixiante y un escenario global complejo, la estrategia de Ishiba en los próximos meses será definitiva para calibrar el equilibrio entre la prudencia fiscal y el crecimiento económico deseado, tanto en casa como en su influencia económica en el extranjero.