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Restaurantes en DC enfrentan caída en reservas y críticas por precios elevados

El gasto promedio en restaurantes de la ciudad ha caído un 5% en los últimos dos años.

Foto: Lisa/Pexels.

Washington, DC ya no vibra igual con el bullicio de los restaurantes. Los comensales están comiendo menos fuera de casa y gastan menos cuando lo hacen. El apetito por salir ha disminuido, y no por falta de opciones. El gasto promedio en restaurantes de la ciudad ha caído un 5% en los últimos dos años. Además, las reservaciones bajaron un 4% en ese mismo período.

Este retroceso no solo impacta al bolsillo de los dueños de restaurantes, también refleja un cambio profundo en el comportamiento de los consumidores. Comer fuera dejó de ser rutina para convertirse en una excepción.

El precio se convirtió en el villano

Cada vez más comensales mencionan los precios como motivo de queja. Según el análisis de Axios, las reseñas en Yelp que mencionan costos elevados subieron un 38% en los últimos seis meses. El tono de las críticas también cambió: menos elogios a los sabores y más reclamos por porciones pequeñas, cuentas infladas y calidad que ya no justifica el precio.

“Las personas sienten que no obtienen lo que pagan”, señaló Helen Hwang, gerente de tendencias en Yelp, citada por Axios. La percepción general es que la relación entre precio y valor se rompió.

Menús más caros, pero no necesariamente mejores

No es solo una sensación: los precios subieron. La firma de análisis Datassential, citada por WTOP News, informó que el 90% de los restaurantes en todo el país aumentaron sus precios en el último año. En promedio, los menús subieron un 9.5%. Esa cifra impacta directamente al consumidor: un plato que costaba $18 ahora puede alcanzar los $20 o más.

El chef Kevin Tien, al frente del restaurante Moon Rabbit, explicó que el aumento responde a los mayores costos operativos, desde los ingredientes hasta los salarios. Sin embargo, reconoce que los clientes sienten ese golpe en la cuenta final y no siempre están dispuestos a pagarlo.

De la pandemia al cansancio gastronómico

Aunque la pandemia quedó atrás, sus efectos siguen marcando el comportamiento de los comensales. El entusiasmo que provocó volver a los restaurantes en 2023 se desinfló rápidamente. Hoy, muchas personas prefieren cocinar en casa o pedir comida para llevar, en vez de sentarse en un local y pagar el extra del servicio.

Andrew Dana, copropietario de Timber Pizza Co. y Call Your Mother Deli, comentó a WTOP News que “la gente retomó hábitos más sencillos. Cocinan más, salen menos. No es solo por ahorrar, también por comodidad”. Los datos de Yelp refuerzan esta idea: la frecuencia de visitas bajó y los comentarios positivos disminuyeron.

Yelp confirma el malestar

Entre octubre de 2023 y abril de 2024, Yelp recolectó más de 200 mil reseñas en Washington, DC. Axios destacó que en ese período se dispararon las menciones a malas experiencias, demoras en el servicio y precios injustificados. Mientras que otras ciudades como Nueva York o Chicago también muestran caídas, D.C. resalta por la velocidad y profundidad del cambio.

“Estamos viendo una especie de desencanto general”, dijo Hwang. Lo que antes era una salida especial, hoy se convierte en un gasto dudoso.

Estrategias de emergencia

Ante este panorama, muchos restaurantes están improvisando soluciones. Algunos redujeron el tamaño de sus menús, otros ofrecen paquetes de precio fijo, y varios lanzan promociones en días menos concurridos. Incluso se multiplicaron los eventos tipo “pop-up” y menús temporales para atraer a los curiosos.

Kevin Tien lo resume así: “Ya no basta con cocinar bien. Hay que ofrecer algo diferente, que conecte con la gente y los saque de su rutina”.

Un cambio de sabor en la capital

Washington siempre se enorgulleció de su escena gastronómica. Sin embargo, 2025 llegó con un giro inesperado: el placer de comer fuera compite contra el precio de la experiencia. El reto no solo afecta a chefs y empresarios, también redefine cómo viven la ciudad quienes antes salían a cenar cada semana.

Puede que la gente no haya perdido el gusto, pero sí cambió su apetito por los restaurantes. Y mientras los locales buscan formas de adaptarse, los comensales siguen afinando su paladar... y su presupuesto.

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