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El lujo político crece en DC con clubes exclusivos que marcan territorio ideológico

En Washington, los clubes privados están de moda otra vez. Son lugares exclusivos donde políticos, empresarios y periodistas se reúnen lejos del ruido público.

| Foto: Twitter (@we_heart).

En la Washington de 2025, marcada por divisiones políticas y agendas cruzadas, los clubes privados viven un auge inesperado: desde salones con historia donde aún se sirven martinis los viernes hasta nuevas guaridas subterráneas con entrada de seis cifras, estos espacios se reinventan como refugios exclusivos para funcionarios, empresarios, periodistas y figuras del poder que buscan algo más que un buen trago: buscan pertenecer.

Executive Branch: lujo, poder y exclusividad pro-Trump

Ubicado en el subsuelo de Georgetown Park, Executive Branch abrirá en junio con un precio de entrada que llega hasta los $500,000. Solo aceptará a 200 miembros y entre sus fundadores figuran Donald Trump Jr., los gemelos cripto Winklevoss, el zar cripto David Sacks y aliados políticos del presidente.

Según The New York Times, este club promete ser un refugio sin periodistas ni “republicanos estilo Bush”. David Sacks, en su pódcast All-In, explicó que querían un espacio “más cool y alineado con Trump”, lejos de los rostros tradicionales del establishment. El diseño, inspirado en el Aman New York, tiene la intención de impresionar, pero el acceso sigue siendo su mayor símbolo de poder.

Ned’s Club: un punto de encuentro (casi) bipartidista

Mientras Executive Branch divide, Ned’s Club intenta reunir. Abrió en enero, frente al Departamento del Tesoro, con tres pisos decorados al estilo de los años 20. Cuesta $5,000 para entrar y otros $5,000 anuales. Para empleados federales, el acceso se reduce a $1,000. Hay 1,500 miembros activos, una lista de espera y entre 10 y 30 solicitudes diarias, según la directora de membresía Joiwind Ronen.

Aquí conviven rostros de ambos partidos. Entre sus miembros están el secretario del Tesoro Scott Bessent, la periodista Symone Sanders Townsend de MSNBC (también parte del comité de membresía), Kaitlan Collins de CNN, Phil Rucker, Josh Dawsey del Wall Street Journal, y empresarios como Mark Cuban. El “Founders Club”, con entrada a $125,000, ofrece un comedor privado exclusivo.

Axios destacó que el club también ha atraído a funcionarios de alto nivel como Howard Lutnick y Gina Raimondo, además de periodistas y productores, muchos de los cuales lo usan para conseguir fuentes o grabar eventos, como el brunch de $1 millón que organizó The Washington Post tras la cena de corresponsales.

El viejo poder no se queda atrás

Mientras los nuevos llaman la atención con techos altos y cócteles de autor, el Metropolitan Club y el Cosmos Club siguen firmes en sus mansiones centenarias. El Metropolitan, fundado en 1863, conserva su aura de discreción: tiene 1,300 miembros y su presidenta, la doctora Deborah Jessiman, colgó el teléfono al recibir una llamada de The New York Times. Así de cerrado es.

En el Cosmos Club, fundado en 1878, brillan las fotos de miembros premiados con Nobel y Pulitzer. Tiene 2,500 miembros, una agenda de conferencias activa y un promedio de edad más alto. Este año recibirán a Liz Cheney, Tom Cotton y al documentalista Ken Burns.

Ambos clubes mantienen un perfil bajo, pero también buscan rejuvenecer su membresía, aunque muchos de sus integrantes todavía no saben que existen Executive Branch o Ned’s Club.

¿Refugios sociales o trincheras ideológicas?

Sally Quinn, periodista y figura clave del Washington social, lo dijo sin rodeos: “Todo el mundo está desorientado y deprimido. Es reconfortante saber que hay un lugar donde conocen tu nombre, ves a tus amigos y siempre hay mesa. Eso ya es bastante”.

Los nuevos clubes, en particular, no solo ofrecen comodidad o lujo. Según The New York Times, Executive Branch se convierte en un enclave donde Trump podrá reunirse con donantes y empresarios lejos del ojo público. “Ahora puede esconderse tras el telón y nadie sabrá con quién habla”, dijo Diana Kendall, socióloga y autora de Members Only.

Ned’s Club, en cambio, busca una mezcla calculada. “Si entra alguien del gobierno y es visible, procuro que también haya un senador demócrata reconocido”, explicó Ronen. Esa búsqueda de equilibrio, en una ciudad donde reina la desconfianza, ya es una rareza.

Los clubes se convierten en termómetro del poder

Hoy en Washington, los clubes privados ya no son solo lugares para jugar billar o tomar whisky. Son espacios donde se mueven influencias, se hacen alianzas y se protegen burbujas ideológicas. Executive Branch representa la tribu trumpista con poder financiero. Ned’s Club reúne a la élite profesional que aún cree en los matices. El Metropolitan y el Cosmos siguen siendo templos del prestigio discreto.

El club al que perteneces en 2025 dice mucho de quién eres, con quién hablas y qué poder representas. Y eso, en DC, importa más que nunca.

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