Viajar ya no es lo que era. Y no porque ahora todo el mundo se lance en un roadtrip o porque los vuelos low-cost te cobren hasta por respirar. Ahora, es porque viajar se ha vuelto un lujo que solo unos pocos pueden pagar. Según Deloitte, casi la mitad de quienes planean viajar este verano ganan más de $100,000 al año. Hace apenas un año eran 35%. Traducción: mientras tú calculas si alcanza para la gasolina, otros están reservando villas sin mirar el precio.
La venganza viajera postpandemia (ese impulso de salir al mundo como si no hubiera mañana) ya se apagó. El problema es que los precios siguieron aumentando. De hecho, el 65% de los estadounidenses que no piensan viajar este verano dicen que es por el costo, según un análisis de Bankrate. ¿Endeudarte por viajar? Es una opción para muchos: 1 de cada 3 estadounidense que sí viajará planea endeudarse para lograrlo.
¿El gran ganador? El sector de lujos. Los alojamientos de más de $1,000 por noche duplicaron su demanda desde 2019, según AirDNA, y los hoteles cinco estrellas no paran de construirse Pero, ¿y el resto? A rebuscar: home swaps, camping o manejar 8 horas para ahorrar en pasajes. Las Vegas, que siempre fue el playground de la clase media, reporta su peor nivel de reservas en años.
Hay un poco de esperanza (o eso dicen). Algunas cadenas como Hilton y Marriott están apostando por opciones midscale para el viajero que aún quiere salir sin hipotecar el futuro. Y aunque el lujo crezca más rápido que la inflación, hay señales de que el mercado se está reequilibrando. La inflación en vuelos está contenida, y los precios hoteleros bajaron levemente frente a 2024, de acuerdo a un informe del Bureau of Labor Statistics. ¿Basta para cerrar la brecha? No. Pero al menos nos deja margen para seguir soñando con el próximo viaje.