La temporada de bodas trae consigo más que nervios y emocionantes preparativos; este año, los aranceles han entrado en escena para hacer que las novias se rasquen un poco más el bolsillo. Según una estimación del sitio de planificación de bodas The Knot, el costo promedio de un vestido de novia este año se prevé en $2,000. Este aumento contrasta con el costo promedio de $1,600 reportado en 2018 por WeddingWire.
La dependencia de las importaciones chinas
Aproximadamente el 90% de los vestidos de novia en EE. UU. provienen de China, lo que significa que están expuestos a los aranceles actuales. Aunque éstos se han reducido del 145% al 30% desde principios de año, las novias y la industria en general deben lidiar con costos más altos derivados de estos impuestos, como señaló Sandra Gonzalez, vicepresidenta de la National Bridal Retailers Association (NBRA).
Estrategias de las tiendas de novias
Las tiendas de novias están buscando maneras de mitigar estos costos adicionales. Nancy Elster, propietaria de Nancy’s Bridal Shop en Cortland, N.Y., planea manejar estos cargos de manera individual para cada vestido, trasladando algunos costos a las clientas solo cuando sea necesario. Mientras tanto, David’s Bridal, bajo la dirección de Kelly Cook, está en pleno proceso de cambiar el origen de sus vestidos de China a otros países como Sri Lanka, Myanmar, India y Vietnam, con la intención de desvincularse completamente de China a mediados de año.
Desafíos para producir en EE. UU.
Mover la producción de vestidos a EE. UU. parece poco probable debido a que los componentes como telas y encajes son, en su mayoría, importados. Según Gonzalez, la infraestructura necesaria para esta producción nacional no existe. Esto añade más retos a una industria que ya está lidiando con la recuperación post-Covid y ahora también con los aranceles que ponen a prueba su resiliencia nuevamente.
El mercado y su valoración
El mercado de vestidos de novia en EE. UU. fue valorado en $28 mil millones en 2023 por la NBRA. A pesar de los desafíos actuales, las tiendas esperan seguir ofreciendo una variedad de opciones de precios, aunque ven con preocupación cómo estos cambios pueden impactar sus estrategias de compra, presupuesto y proyecciones de ventas a largo plazo.
