Si sólo tienes unos segundos, lee estas líneas:
- Tras asumir la presidencia, Donald Trump firmó una orden ejecutiva para suspender temporalmente proyectos eólicos en tierras y aguas federales, incluyendo un gran proyecto en Idaho, mientras se revisan permisos y concesiones.
- Trump ha promovido desinformaciones sobre la energía eólica, asegurando falsamente que es “la más costosa del mundo” y que provoca una caída de hasta el 75% en el valor de las viviendas.
- Aunque el presidente de Estados Unidos afirmó que “si no sopla el viento, no hay electricidad”, la energía eólica es solo una parte de un mix energético diverso que garantiza un suministro estable.
Por Isabel Rubio de Factchequeado.
Tras asumir la presidencia de Estados Unidos el 20 de enero de 2025, Donald Trump firmó una orden ejecutiva destinada a frenar el crecimiento de la capacidad de generación eólica en el país. La medida suspendió temporalmente todos los arrendamientos y aprobaciones de proyectos eólicos, tanto marinos como terrestres, en tierras y aguas federales, hasta que se complete una “revisión exhaustiva” de las concesiones y permisos.
La oposición de Trump a la energía eólica no es nueva. En los últimos años, difundió repetidamente desinformaciones sobre esta fuente de energía, asegurando, entre otras cosas, que es la más costosa del mundo, que reduce el valor de las viviendas hasta en un 75% o que cuando no sopla el viento, no hay electricidad. En esta nota, analizamos esas afirmaciones y te contamos por qué son falsas de acuerdo a la mejor evidencia disponible.
No, la energía eólica no es “la más costosa del mundo”
Durante un mitin tras su investidura, Trump afirmó que las turbinas eólicas “son, con mucha diferencia, la forma de energía más cara que puedes tener”. De manera similar, en una entrevista en 2024, mientras era candidato a la presidencia por el Partido Republicano, sostuvo que la energía eólica es “la fuente de energía más cara del mundo”. Es falso.
En 2024, la energía eólica fue la opción de generación más económica, con un costo estimado de 50 dólares por megavatio hora (MWh), según el informe anual de costo nivelado de la energía elaborado por la firma de asesoramiento financiero Lazard. Este cálculo no incluye subsidios, como ayudas a combustibles fósiles o incentivos para renovables. Muy cerca se situó la energía solar fotovoltaica, con 61 dólares por MWh. En contraste, la energía nuclear encabezó la lista de las tecnologías más caras, con un costo de 182 dólares por MWh.
Richard Schmalensee, profesor emérito de Gestión Howard W. Johnson del MIT y profesor emérito de Economía, explicó que aunque depender únicamente de energía solar y eólica presenta desafíos por su variabilidad, “promediadas a lo largo de su vida útil, el precio de la energía eólica y solar por kilovatio-hora es menor que el del carbón o el gas”.
Esto no es algo nuevo. Ya en 2022, la firma Guggenheim Securities estimó que la electricidad generada por parques eólicos terrestres era un 44 % más barata que la proveniente de centrales de gas natural.
Un estudio realizado por economistas de la Universidad de Yale y la Escuela de Negocios de Columbia, presentado por el think tank Brookings Institution, concluye que la transición hacia una red eléctrica basada en energías limpias podría reducir los precios de la electricidad en Estados Unidos entre un 20% y un 80% para el año 2040, dependiendo de la región.
La narrativa de que los molinos parecen “cementerios” de pájaros
Trump también repitió en varias ocasiones que la energía eólica “mata a los pájaros”. “Date un paseo por debajo de un molino y echa un ojo, parece un cementerio”, afirmó en una entrevista.
Una revisión de investigaciones revisadas por pares realizada por el Comité Nacional de Coordinación Eólica (NWCC) halló evidencia de muertes de aves y murciélagos por colisiones con turbinas eólicas y debido a cambios en la presión atmosférica causados por las turbinas en rotación, así como por la alteración del hábitat. El NWCC concluyó que estos impactos son relativamente bajos y no representan una amenaza para las poblaciones de especies.
“Todos los proyectos eólicos causarán la muerte de algunas aves”, según indicó Michael Hutchins, exdirector de la campaña Bird-Smart Wind Energy de la Asociación Estadounidense para la Conservación de Aves, a The New York Times. “Lamentablemente, es inevitable. Pero hay zonas que son peores que otras, y podemos prever muchas de ellas”, añadió.
Como explica en esta nota Maldita.es, medio cofundador de Factchequeado, estimar el número de aves que mueren por choques con aerogeneradores es complicado porque influyen muchos factores: la zona, el tipo de ave, el método en que se registran los datos o el tamaño de los aerogeneradores.
De acuerdo con estimaciones de 2021 de la Asociación Estadounidense para la Conservación de Aves (las últimas disponibles), unas 1.17 millones de aves mueren al año en EE. UU. por colisiones con turbinas eólicas. Otros estudios calculan que esta cifra es mucho menor y oscila entre 140,000 y 679,000 aves anuales.
Sin embargo, estas cifras son muy pequeñas comparadas con otras amenazas: algunas investigaciones estiman que cada año mueren alrededor de 988 millones de aves al chocar contra edificios y unos 4,000 millones a causa de gatos domésticos.
Además, un estudio comparativo revela que las fuentes de electricidad que utilizan combustibles fósiles matan alrededor de 5.18 aves por cada gigavatio-hora de energía generada, mientras que la energía eólica causa 0.269 muertes por gigavatio-hora.
Qué sabemos sobre el impacto de la energía eólica en los campos
Trump también afirmó en varias ocasiones que la energía eólica “destruye los campos”.
El impacto de las turbinas eólicas varía considerablemente según el emplazamiento. Así lo indicó la Unión de Científicos Conscientes (UCS, por sus siglas en inglés), que destacó que los aerogeneradores ubicados en zonas llanas suelen ocupar más terreno que los ubicados en zonas montañosas.
“Sin embargo, los aerogeneradores no ocupan todo este terreno; deben estar espaciados aproximadamente entre 5 y 10 veces el diámetro del rotor (el diámetro del rotor es el diámetro de las palas del aerogenerador)”, señalaron. Por lo tanto, los aerogeneradores y la infraestructura circundante (incluidas las carreteras y las líneas de transmisión) “ocupan una pequeña parte de la superficie total de una instalación eólica”.
Un estudio del Laboratorio Nacional de Energía Renovable indica que las grandes instalaciones eólicas requieren entre 30 y 141 acres por megavatio de capacidad, aunque menos de 1 acre se ve afectado de forma permanente y menos de 3.5 acres de manera temporal durante la construcción.
El resto del terreno puede seguir utilizándose para actividades como la agricultura y el pastoreo de ganado. Así lo indicó la UCS, que señaló que las turbinas también pueden instalarse en terrenos industriales abandonados o subutilizados, reduciendo aún más el impacto en el uso del suelo.
La falsa narrativa de que “si no sopla el viento, no hay electricidad”
Trump también ha contado en varias ocasiones una historia en la que una familia intenta ver por televisión el discurso del Estado de la Unión, pero no puede hacerlo porque "no está soplando el viento" y, por lo tanto, "no tienen electricidad".
La ficción que plantea Trump ocurriría, o bien en el caso de una familia desconectada de la red eléctrica —como se estima que hay entre 180,000 y 750,000 hogares en EE. UU.— que sólo disponga de aerogeneradores y no pueda almacenar su propia energía; o si en el mix eléctrico del país sólo existiera la energía eólica, pues no habría fuentes de electricidad alternativas en ausencia de viento.
La intermitencia “sería un problema si intentáramos construir un sistema energético que dependiera 100% de la energía eólica”, afirmó Matthew B. Eisenson, investigador principal del Centro Sabin de Derecho sobre el Cambio Climático de la Universidad de Columbia. “Pero nadie está tratando de hacer eso”, señaló a FactCheck.org, medio aliado de Factchequeado.
El mix de generación de electricidad es el que mostramos en la siguiente imagen de la Agencia Internacional de la Energía. En 2023, el suministro total de energía en Estados Unidos estuvo dominado por fuentes fósiles, representando el petróleo un 36.3% y el gas natural un 35.3%, seguidos por el carbón con un 10.0%. La eólica y la solar suponen un 3% de la generación. Por tanto, en el caso de que no hubiera viento, el país cuenta con otras fuentes para aportar energía a todos los hogares conectados a la red.
Suministro total de energía.
De hecho, el propio Departamento de Energía explica actualmente en su web que pese a que “el viento no siempre sopla y el sol no siempre brilla”, “los operadores de redes eléctricas siempre han tenido que lidiar con la variabilidad”.
“Los operadores de la red utilizan el sistema eléctrico interconectado para acceder a otras formas de generación ante contingencias y conectar y desconectar continuamente los generadores cuando es necesario para satisfacer la demanda general de la red”, indica la web. Además, destaca que “la integración de energía renovable variable en la red no altera el funcionamiento de este proceso de equilibrio entre la oferta y la demanda de electricidad”.
Un análisis del Servicio de Investigación del Congreso (CRS) concluyó que la confiabilidad del sistema eléctrico se mantuvo estable entre 2013 y 2017, incluso con la integración de energías renovables, y que las energías eólica y solar no causaron problemas de inestabilidad a nivel nacional.
A ello se suma que el almacenamiento en baterías permite utilizar la energía eólica incluso cuando no hay viento. Solo entre 2020 y 2023, la capacidad de almacenamiento en baterías se multiplicó por 10, alcanzando los 16.000 megavatios.
Varios estudios concluyen que es posible mantener la fiabilidad del sistema eléctrico con una alta proporción de energías renovables, incluso durante eventos climáticos extremos. Un metaanálisis realizado por Energy Innovation indica que alcanzar un 80% de electricidad limpia para 2030 es factible sin sacrificar la confiabilidad. En todos los estudios analizados en el informe, el sistema eléctrico de EE. UU. fue confiable con altos niveles de energía limpia.
No, China no fabrica “todos” los aerogeneradores
Refiriéndose a los molinos de viento, Trump afirmó que “todos se fabrican en China, por cierto, prácticamente todos”.
Aunque China lidera la fabricación de turbinas eólicas, no las produce todas ni prácticamente todas. En 2023, China representó el 65% de la capacidad eólica instalada a nivel mundial, según Wood Mackenzie. Otro análisis de esta compañía indica que en 2024 China instaló más de 80 gigavatios (GW) de nueva capacidad eólica, lo que representó más del 60 % de la capacidad eólica conectada globalmente ese año.
El informe anual de American Clean Power indica que en Estados Unidos existen cerca de 450 plantas dedicadas a la fabricación de componentes relacionados con la energía eólica.
Entre 2022 y abril de 2024, los fabricantes de energía eólica terrestre anunciaron 15 ampliaciones de capacidad en fábricas de Estados Unidos, coincidiendo con la introducción de nuevos créditos fiscales mediante la Ley de Reducción de la Inflación de 2022, según informó la agencia Reuters.
Además, en 2023, 131,327 estadounidenses trabajaron en el sector de energía eólica, según el informe Clean Jobs America 2024. El informe Monitor de inversión limpia: el estado de las cadenas de suministro de energía limpia en EE. UU. en 2025 indica que en 2024, el país agregó 4.8 gigavatios de capacidad eólica y fabricó suficientes partes importantes, como torres y góndolas, para cubrir la demanda”.
Qué sabemos sobre el impacto de los aerogeneradores en el valor de las propiedades
Trump indicó en varias ocasiones que los aerogeneradores reducen el valor de las propiedades hasta un 75%. No hay evidencias de ello.
Un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences y basado en millones de transacciones de viviendas concluye que los aerogeneradores visibles pueden reducir moderadamente el valor de las propiedades cercanas, especialmente aquellas ubicadas a menos de 1.2 millas, donde la caída promedio puede alcanzar el 8%.
Sin embargo, este efecto disminuye rápidamente con la distancia y tiende a desaparecer a más de 5 millas. El estudio destaca que menos de 250,000 edificios en Estados Unidos están ubicados a menos de 2.5 millas de un aerogenerador, lo que limita el alcance potencial de su impacto sobre el mercado inmobiliario.
“El impacto de los aerogeneradores en el precio de las viviendas es mucho menor de lo que se temía: en EE. UU., es de alrededor del uno por ciento para una vivienda con al menos un aerogenerador en un radio de 10 km”, explicó Maximilian Auffhammer, profesor del Departamento de Economía Agrícola y de Recursos (ARE) de la Universidad de California, Berkeley, y coautor del estudio.
Lo que más le sorprendió al experto es que “el valor de la vivienda se recupera a su precio original con el paso de los años”. El estudio concluye que los precios suelen recuperarse dentro de los 3 años posteriores a la instalación de las turbinas.
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