Tras meses de rumores, amenazas y advertencias mutuas, Israel lanzó uno de los ataques más ambiciosos contra Irán desde la revolución islámica de 1979.
El blanco no fue solo el programa nuclear iraní, sino su centro militar y político.
Los objetivos: científicos, generales y centros clave. Los métodos: bombardeos, sabotajes y operaciones encubiertas del Mossad. Y aunque en Tel Aviv se habla de seguridad nacional, en Washington y Teherán se oyen ecos de algo más grande: un cambio de régimen. Otro conflicto vuelve a sacudir a Medio Oriente, esta vez con mucho más poder y con Estados Unidos en el medio.
Una segunda oportunidad, antes de que se ponga peor. Trump pidió a Teherán recapacitar y aceptar el acuerdo nuclear (por el que tanto conversaron en los últimos meses) antes de que sea tarde. ¿Un punto a favor? El presidente mira el conflicto entre Israel e Irán como un momento clave para que los iraníes vuelvan a la mesa de negociaciones, ahora desde una posición más débil.
- El ataque fue planeado durante ocho meses. Israel diseñó una operación que no solo busca desmantelar el programa nuclear iraní, sino también debilitar su aparato militar y de liderazgo. En las primeras 24 horas de ataques, las fuerzas israelíes eliminaron gran parte del liderazgo militar iraní, atacaron sus principales científicos nucleares y bombardearon las instalaciones nucleares y los emplazamientos de misiles balísticos de la República Islámica.
- Washington oficialmente se desmarca, pero extraoficialmente dio luz verde. Aunque la Casa Blanca insiste en que no participó, funcionarios israelíes aseguran que el presidente Trump conocía el ataque, lo aprobó en privado y ayudó a camuflarse en lo público para despistar a Teherán, esto permitió que los blancos no se movieran. Lo que en público se miró como diplomacia, en privado fue coordinación estratégica.
- La reacción de Irán, y su alcance regional, ya está en marcha. Desde Teherán comenzaron las represalias con drones y misiles, y se espera una escalada que podría incluir ataques a bases estadounidenses en la región. El problema: Irán debe responder con fuerza para evitar mostrar debilidad, pero sin cruzar una línea que lo aísle aún más internacionalmente.
El objetivo no declarado podría ser un cambio de régimen en Irán. Pese a que Israel dice que su meta es frenar la amenaza nuclear, la escala y precisión de los ataques sugiere algo más ambicioso: desestabilizar al régimen. Analistas señalan que no solo se atacó infraestructura, sino centros de comando y figuras clave. Algunos dentro y fuera de Irán creen que este podría ser el inicio de una caída más profunda, si la presión continúa y la población responde.
En pocas palabras: Israel busca derrocar, o al menos debilitar gravemente al régimen iraní, y es algo que podría hacer por sí solo, no necesita necesariamente la ayuda estadounidense en la ofensiva.