Mayo llegó con una noticia que suma incertidumbre al panorama económico: el gasto de los consumidores estadounidenses se frenó en seco y las ventas minoristas cayeron un 0.9%.
¿La razón de la caída? Un cóctel de ansiedad por las tarifas, resaca de compras previas y un poquito de incertidumbre sobre el futuro económico.
La montaña rusa de las compras: del furor al freno
Primero, un poco de contexto. En los meses anteriores, los estadounidenses se lanzaron a las tiendas como si no hubiera mañana, sobre todo para comprar autos y otros bienes antes de que los precios subieran por culpa de los aranceles impuestos a las importaciones.
¿Resultado? Un boom de compras en marzo y abril, pero como todo buen maratón de shopping, vino seguido de una pausa para respirar (y ahorrar).
En mayo, la realidad pegó fuerte: las ventas en concesionarios de autos y tiendas de autopartes se desplomaron un 3.5%, y las de electrodomésticos bajaron un 2.7%.
Incluso las estaciones de gasolina sintieron el bajón, con una caída del 2%, aunque aquí influyó que los precios en el surtidor estuvieron más bajos.
¿Es esto el principio de algo peor?
Aquí viene la parte jugosa: los expertos no se ponen de acuerdo sobre si esto es una señal de alarma para la economía o solo una pausa después de la locura de compras de principios de año.
Por un lado, el gasto del consumidor representa más de dos tercios de la economía estadounidense, así que cualquier cambio puede tener repercusiones enormes. Por otro, factores como el crecimiento de los salarios y el bajo desempleo siguen dando algo de oxígeno al consumo.
Pero ojo, todavía hay nubes en el horizonte: el mercado laboral muestra señales de desaceleración, la confianza del consumidor ha caído y las fluctuaciones en la bolsa —en parte por las tarifas— han hecho que muchos se pongan en modo ahorro.
Además, la incertidumbre política y económica sigue pesando en las decisiones de compra.
No todo son malas noticias: los ganadores del mes
No todo fue negativo en mayo. Mientras que las ventas de autos y electrodomésticos bajaron, otros sectores vieron la luz al final del túnel.
Las tiendas online, de ropa y muebles registraron incrementos en sus ventas, con subidas de hasta 1.2% en algunos casos. El llamado “grupo de control” —que excluye autos, gasolina, materiales de construcción y restaurantes— subió un 0.4% en mayo, una cifra clave porque alimenta directamente el cálculo del PIB.
¿Y ahora qué? El panorama es incierto. Algunos economistas creen que la mayor parte del impacto de las tarifas se sentirá en los próximos meses, especialmente si los precios siguen subiendo y los hogares deciden apretar aún más el cinturón.
Otros apuntan a que la economía podría estabilizarse si el empleo y los salarios siguen firmes.
Lo que está claro es que la fiebre de compras pre-tarifas ya pasó y ahora toca ver si los consumidores vuelven a abrir la billetera o si prefieren guardar para tiempos más turbulentos.
La próxima movida dependerá de factores como la evolución de los precios, el mercado laboral y, claro, de si las tensiones políticas y comerciales dan un respiro o siguen metiendo presión