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Arranca en EEUU el polémico Mundial de Clubes bajo el peso de la crisis migratoria

La FIFA World Cup 2025 inició en EEUU., mezclando la emoción deportiva y el miedo migratorio. Mientras brillan clubes como Inter Miami de Messi, las tensiones crecen por operativos de ICE, destacando el contraste entre la fiesta global y una dura realidad social.

Foto: Noelia Izarza.

Este sábado 14 de junio se inauguró en Estados Unidos uno de los torneos más esperados y más polémicos del fútbol mundial: la FIFA World Cup 2025, que por primera vez se celebra en suelo estadounidense con 32 clubes de élite, miles de fanáticos internacionales y un formato inédito. Pero mientras se preparaban los estadios, las cámaras y la emoción en las gradas, fuera de ellos crece una inquietud silenciosa: la tensión migratoria.

Redadas, operativos del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE), y declaraciones oficiales sobre la participación de agencias federales en eventos masivos han generado un ambiente de incertidumbre, especialmente en las comunidades latinas que no solo asisten como espectadores, sino que también hacen posible el torneo desde adentro.

Un torneo sin precedentes

La FIFA World Cup 2025 se extenderá hasta el 13 de julio, con partidos en 11 ciudades y 12 estadios de todo el país, incluyendo Los Ángeles, Atlanta, Seattle, Orlando, Charlotte, Filadelfia, Washington D.C., Cincinnati, Nashville, Nueva York/Nueva Jersey y Miami.

El torneo, considerado un ensayo general de la Copa Mundial de 2026, presenta un nuevo formato con 32 equipos divididos en ocho grupos. Entre los participantes se encuentran gigantes del fútbol mundial como Real MadridManchester CityBayern MúnichParis Saint-Germain, y potencias latinoamericanas como FlamengoPalmeirasRiver Plate y Boca Juniors. El anfitrión Inter Miami, liderado por Lionel Messi, se perfila como una de las atracciones principales del certamen.

Entre la ilusión global y la realidad local

A pesar del despliegue global y el entusiasmo de los organizadores, la venta de boletos ha sido uno de los puntos más cuestionados en la previa del torneo. La FIFA promovió este evento como una experiencia de alto nivel, con precios que en muchos casos superaban los $200, $300 y hasta $400 por entrada, sin contar estacionamiento, comida o traslados. Sin embargo, esa estrategia chocó frontalmente con la dura realidad económica que atraviesa Estados Unidos, donde muchas familias enfrentan inflación, deudas y pérdida de poder adquisitivo.

El partido inaugural en Miami, por ejemplo, ha recibido críticas por la baja venta de entradas, lo que llevó a los organizadores a reducir los precios de última hora. Para muchos, esta situación es una señal de advertencia para la FIFA de cara al Mundial de selecciones en 2026. El país puede estar listo a nivel logístico, pero si no se ajustan los costos a la economía real de la gente, el acceso seguirá siendo un privilegio para pocos.

El contraste: fiesta para unos, miedo para otros

La alegría de ver en vivo a clubes históricos contrasta con la tensión palpable en muchas comunidades inmigrantes. En los últimos días, se han reportado operativos de ICE en varias ciudades sede del torneo, provocando temor entre residentes, incluso aquellos con estatus migratorio regular.

A esto se suma una declaración oficial en páginas del gobierno federal, donde se confirmó que las autoridades migratorias estarán “activamente involucradas” en eventos masivos, incluyendo actividades del Mundial de Clubes. La noticia encendió las alarmas entre grupos defensores de derechos humanos y organizaciones comunitarias que han denunciado una “doble narrativa”.

“Nos piden que demos la bienvenida al mundo, pero amenazan a los nuestros”, comenta Andrea Pérez, voluntaria salvadoreña que colabora con una red de apoyo en Filadelfia.

El peso de la comunidad latina

No es casualidad que esta preocupación haya calado hondo. En cada estadio, la huella latina está presente: no solo en las tribunas, sino también en quienes trabajan como personal de seguridad, limpieza, ventas, transporte, producción y logística.

Además, muchos de los voluntarios reclutados por FIFA están también entre ellos. Destacan José Almeida, venezolano colaborando en Nueva Jersey, e Yvette Estrella, ecuatoriana asignada en Miami. Su participación refleja el compromiso de una comunidad que, a pesar de la incertidumbre, responde con responsabilidad, profesionalismo y orgullo.

Una oportunidad para ser vistos

A pesar del clima tenso, muchos latinos no están dispuestos a ceder el espacio. Ya sea como hinchas, trabajadores, voluntarios o periodistas, su presencia representa más que una estadística: es una declaración de pertenencia.

Para muchos, este torneo es una oportunidad para mostrarse, conectar y recordar que Estados Unidos también se construye con sus historias.

Una cobertura que va más allá del marcador

Durante las próximas semanas, El Tiempo Latino seguirá de cerca no solo los resultados en la cancha, sino también las historias humanas que le dan sentido a este torneo. Porque el fútbol, en este contexto, es mucho más que deporte. Es reflejo de un país que, mientras celebra en los estadios la llegada de equipos de todo el mundo bajo el lema de unidad global, al mismo tiempo impulsa una política activa de expulsión de migrantes, muchos de los cuales han sido parte esencial del sueño americano.

Mientras el balón se prepara a rodar, en ciudades como Los Ángeles se viven escenas muy distintas. Justo al inicio del torneo, ha comenzado una fuerte protesta migratoria que ha encendido las alarmas a nivel nacional. El presidente Donald Trump ordenó el envío de la Guardia Nacional sin autorización del gobernador estatal, un movimiento que ha sido duramente criticado y que eleva la tensión política en medio del torneo. El contraste no podría ser más simbólico: una celebración global en la cancha, y una confrontación interna en las calles. Todo indica que este será un verano caliente, tanto dentro del estadio como fuera de él.

La paradoja es profunda: se organiza un torneo para dar la bienvenida al mundo, en un país que simultáneamente le cierra la puerta a miles que ya están adentro. Estados Unidos se muestra al planeta como anfitrión, mientras deja en evidencia una crisis interna que no se resuelve con discursos de integración.

En medio de todo esto, la comunidad latina hará lo que siempre ha hecho: traer alegría, aportar trabajo y ser parte fundamental de esta fiesta. 

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