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Yaidy no murió por unos parlantes. La mató la diferencia que molesta

Una mirada de Braulio Jatar sobre el cruel asesinato de una migrante venezolana en Chile.

Foto cortesía

Una madre fue asesinada. Una abuela. Una mujer migrante.

Y no fue cualquier día: fue domingo. Día del Padre. Día de familia. Día de encuentro.

Pero en Cerro Navia, una población chilena, ese día se tiñó de sangre. Yaidy Garnica Carvajalino, venezolana de 43 años, cayó abatida de un escopetazo tras una discusión que venía cargada de tensiones, de gritos, de prejuicios, de miedo... y de odio.

Algunos dirán que fue un conflicto por ruido. Pero las cámaras muestran otra cosa: a una turba de vecinos avanzando con objetos en mano, con agresividad en el cuerpo. No fue un incidente aislado. No fue una pelea entre iguales.

Fue una ejecución simbólica de una extranjería incómoda. Un crimen donde la escopeta no solo disparó plomo, sino rabia acumulada. Donde los perdigones que mataron a Yeidi venían cargados de xenofobia.

Y eso es lo que más duele: que no la mató solo un arma, la mató un clima. El clima que se siembra cuando se criminaliza al migrante, cuando se caricaturiza al extranjero, cuando se calla ante la violencia cotidiana que muchos ya normalizan.

Martin Luther King dijo que quizás lo más doloroso no es la violencia de unos pocos, sino el silencio de muchos. Y hoy, ese silencio pesa.

Porque no basta con lamentar su muerte. Hay que condenar con fuerza el contexto que la hizo posible.

Hay que decir con claridad: Yaidy no murió por unos parlantes. Murió porque la diferencia molesta. Murió porque ser mujer, migrante y pobre la puso en la mira del desprecio.

Hoy, su muerte nos desafía. Nos pregunta quiénes somos como sociedad. Nos interpela a actuar antes de que otra Yaidy, otro niño, otra familia, pague el precio de la indiferencia.

Que su nombre no se pierda en las estadísticas. Que su historia no se archive como un “hecho policial más”.

Yaidy no murió sola: la mató un entorno que sigue sin reconocerse en el otro.

Y mientras eso no cambie, todos estamos en peligro.

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