ir al contenido

El Senado en modo kamikaze

Los senadores todavía no se ponen de acuerdo para aprobar el megaproyecto de ley fiscal de Trump.

Foto: EFE

El Senado está metido en su propio “vote-a-rama”, una maratón de enmiendas que busca sacar adelante el ambicioso megaproyecto de ley de Trump antes de la celebración de la independencia.

La propuesta es tan masiva como su apodo: “el big, beautiful bill”. Abarca desde recortes a Medicaid hasta pausas en regulaciones de inteligencia artificial. Entre lo que entra, lo que sale y lo que se reescribe sobre la marcha, el proyecto fiscal cambia más que la playlist de campaña. El objetivo: consolidar las grandes promesas del segundo mandato. ¿Los obstáculos? Demócratas, senadores que se cambian de bando y reglas impredecibles. Conclusión: todo puede pasar en un par de horas (o días). 

Vuelve el toma y dame (en redes). Elon Musk calificó el proyecto como un “Porky Pig Party” y pidió un nuevo partido político. “Es obvio que vivimos en un país de un solo partido, ¡el PORKY PIG PARTY!”, escribió en X. Dijo que quienes voten a favor del megaproyecto de ley “deberían agachar la cabeza de vergüenza” y prometió que “perderán sus primarias si es lo último que hago en esta Tierra”. Trump respondió con sarcasmo. “Es un tipo inteligente, seguro le irá bien”.

Qué está dentro, qué está en el medio y qué está afuera. 

  • Lo esencial: el bill que lo puede controlar todo. El megaproyecto fiscal de Trump incluye una reconfiguración del sistema de salud que impone más costos a los estados para programas como SNAP y Medicaid, limita severamente la cobertura de Medicaid, Medicare y CHIP para inmigrantes no ciudadanos y propone nuevos límites (temporales) a las leyes estatales sobre IA. También busca reducir los fondos de la Oficina de Protección Financiera del Consumidor y eliminar regulaciones clave ambientales.
  • ¿Qué quedó fuera —por ahora? Varios puntos polémicos no pasaron el filtro parlamentario: como los límites al uso de Medicaid para atención de afirmación de género, más poderes migratorios para policías locales, el acceso a silenciadores de armas y la posibilidad de evadir revisiones judiciales en megaproyectos ambientales. También quedaría fuera las restricciones propuestas a la capacidad de los tribunales federales para emitir órdenes judiciales y órdenes de restricción temporales a nivel nacional. El Senado aún puede reincorporar algunos, pero con poco margen.
  • ¿Y ahora qué? Si el Senado aprueba el texto, la Cámara deberá votar una versión unificada antes del miércoles. Trump quiere firmarlo antes del 4 de julio. Pero aún hay algunas barreras que derribar: diferencias entre versiones, senadores disidentes como Rand Paul y Thom Tillis, y una oposición demócrata que si bien no puede frenar el proyecto, sí puede convertir cada votación en una trampa política.

El maratón por el megaproyecto fiscal de Trump revela más fracturas que consensos. El timing político está cronometrado, pero las divisiones internas y el ruido externo —incluido el de Musk— podrían alterar el guion. En fin, aprobación no es certeza, y certeza no es estabilidad.

Ah, y por cierto. Hablando de (in)estabilidad. La versión del Senado del bill costaría aproximadamente $508.000 millones en la próxima década. Avisa la Oficina de Presupuesto del Congreso. Jé. 

Últimas Noticias