El 4 de julio, los cielos se encienden con fuegos artificiales y los corazones de los latinos en Estados Unidos laten con dos ritmos. Este día no solo celebra la independencia estadounidense, sino también la riqueza de culturas que se entrelazan en cada esquina del país. Entre tamales y hamburguesas, entre el español y el inglés, los latinos encuentran una manera única de honrar sus raíces mientras abrazan nuevas tradiciones. Es una fecha para celebrar las raíces, recordando los sacrificios, la esperanza y la dualidad de vivir entre dos identidades que, juntas, enriquecen la diversidad de esta nación.
Una celebración que conecta culturas
Los latinos en Estados Unidos no solo observan esta festividad, sino que se convierten en protagonistas de la misma. Combinan los hot dogs con los tamales, las hamburguesas con las pupusas y ondean la bandera estadounidense junto con la de sus países natales. Esta dualidad refleja historias entrelazadas, donde sueños y desafíos convergen.
Berfalia de Jesús Baqueiro, quien vivió tres décadas en Estados Unidos antes de hacerse ciudadana, contó que logró su ciudadanía en 2019 luego de años de trabajo nocturno que le impedían estudiar inglés.
“Mi tío Lucas me ayudó con el proceso, pero falleció antes de que tomara el juramento. Ese día fue agridulce”, explicó en conversación con El Tiempo Latino (2022).
A través de estas experiencias, los latinos no sólo adoptan una nueva identidad, sino que también enriquecen la narrativa de lo que significa ser estadounidense hoy.
Las caras amargas detrás de la festividad
El Día de la Independencia no siempre es un día de descanso para todos. Cientos de inmigrantes esenciales, como “México”, un trabajador que lleva más de 20 años en Estados Unidos a quien le dieron este apodo por su país natal, pasan esta fecha trabajando.
“Nunca he tenido la oportunidad de ver los fuegos artificiales. Los miro de reojo por una pequeña ventana, pero siempre hay trabajo que atender”, compartió.
Detrás de la fiesta, persiste la preocupación cotidiana. Florida y Georgia han aprobado leyes que afectan directamente a familias migrantes, crean desconfianza y desalientan incluso el turismo, aunque la economía de estos estados florece gracias, en parte, a la comunidad latina.
El trabajo agrícola se siente especialmente duro: latinos cosechan los melones, sandías y frutas que llenan las mesas mientras soportan jornadas bajo un calor sofocante, sin derecho siquiera a vacaciones. De hecho, un estudio de LCLAA citado por El País muestra que los jornaleros latinos tienen un 35% más de riesgo de morir por estrés calórico que otros trabajadores.
El ingreso anual promedio de los latinos, que para 2024 era $57,981, palidece frente al costo estimado de $186,000 que, según Bankrate, sería necesario para vivir cómodamente en Estados Unidos. Estas cifras muestran la desigualdad económica persistente.
Este año electoral, la división se marca aún más: el 53% de los latinos, consultados por CBS News y YouGov, apoya la deportación masiva de indocumentados, una paradoja si consideramos que millones de estos migrantes aportan unos $35,000 millones en impuestos anuales sin acceder a cobertura médica como Medicare o créditos fiscales.
Las deportaciones también han aumentado. En lo que va del 2025, se han ejecutado 750,000 vuelos de repatriación, y las nuevas políticas migratorias restringen radicalmente los asilos y el cruce de frontera, dejando a muchos sueños familiares al borde del abismo.
Orgullosos de sus raíces, resilientes ante los retos
Pese a los obstáculos, los latinos conservan un fuerte sentido de orgullo por sus raíces. Para muchos, el 4 de julio representa no solo celebración, sino también reflexión sobre lo que significa ser parte de este país.
Jesse Raudales, cuyos padres inmigraron desde México, creció entendiendo esta dualidad. Fue el primer artista latino seleccionado para conmemorar al equipo olímpico estadounidense, algo que él ve como un testimonio de las oportunidades únicas que ofrece este país.
“Aprendí que esta tierra permite soñar en grande”, dijo Raudales, quien ahora dirige un centro educativo en Maryland para latinos.
Al igual que él, otros latinos encuentran formas de contribuir. Mientras algunos enseñan inglés o educación básica, otros defienden los derechos de sus comunidades, ayudando a construir un Estados Unidos más inclusivo.
El alma de la celebración
Aunque la lucha por la equidad continúa, los latinos saben que representan una parte indispensable de esta nación. Como comunidad, el 4 de julio no solo es un recordatorio de su resistencia y sus logros, sino también un momento para imaginar un futuro mejor.
Entre dificultades y logros, el espíritu latino refleja la esencia más pura de esta festividad. La capacidad de unir culturas, recordar tradiciones y al mismo tiempo mirar hacia adelante define no sólo su experiencia, sino también el corazón inclusivo de lo que Estados Unidos puede llegar a ser.