Un río se desbordó y las alarmas, lamentablemente, llegaron tarde. Texas está viviendo sus horas más oscuras en unas inundaciones históricas que golpean el estado desde el fin de semana: declaración de emergencia y activación de FEMA. Y, como en cada tragedia, empiezan los políticos a buscar culpables.
Desde el lado demócrata, el líder de la mayoría del Senado, Chuck Schumer, envió una carta al inspector general interino del Departamento de Comercio para solicitar una investigación sobre las vacantes del National Weather Service. ¿Sus razones? Apunta a que la escasez de personal (que el mismo gobierno impulsó con sus despidos masivos) contribuyó a las muertes provocadas por las inundaciones.
“Los puestos sin cubrir no son marginales, son críticos. Son los expertos encargados de modelar el impacto de las tormentas, monitorear el nivel del agua, emitir advertencias de inundación y coordinar directamente con las autoridades locales de emergencia para determinar cuándo alertar a la población y cuándo ordenar evacuaciones. En pocas palabras: ayudan a salvar vidas”, escribió Schumer.
Y sus palabras no están tan alejadas de la realidad.
Según explicó un exadministrador de la NOAA, en eventos de clima extremo, es crucial que los meteorólogos se aseguren de que las alertas lleguen a los equipos locales de gestión de emergencia. Con este proceso, se puede advertir a la población. Y sí, aunque desde el jueves ya había alertas por lluvias intensas, no llegaron a donde debían llegar.
¿Subestimación? Sí. ¿Pudo evitarse? Quizás. Las oficinas clave de San Antonio y San Angelo operaban con vacantes críticas. Si bien el NWS emitió alertas con más de 12 horas de antelación, expertos advierten que la “última milla” —la conexión entre agencias federales y autoridades locales— falló. La falta de un sistema de alarmas más efectivo dejó a muchas comunidades sin tiempo para evacuar. ¿El debate? Ahora gira en torno a si los recortes impulsados por Trump en NOAA y el NWS contribuyeron indirectamente a la tragedia.

Los datos cuentan la historia.
- Una tragedia en números. Al menos 104 personas han muerto en seis condados de Texas tras las inundaciones repentinas del viernes. Kerr County fue la zona más afectada, con 84 muertos, incluidos 28 niños y 27 víctimas del histórico campamento cristiano Camp Mystic. Las búsquedas continúan a lo largo del río Guadalupe, donde equipos de rescate aún trabajan para localizar a los desaparecidos entre una zona descrita como “de devastación total”.
- La respuesta y la declaración de emergencia: El gobernador Greg Abbott y luego el presidente Trump declararon desastre en múltiples condados del centro de Texas. Más de 20 jurisdicciones están bajo emergencia activa. El cuerpo especializado BORSTAR de la Patrulla Fronteriza se sumó a las labores de rescate. También han llegado donaciones de grandes actores como los Houston Astros, que aportaron un millón de dólares para asistencia a las víctimas. La FEMA, aún en pie pese a las amenazas de reestructuración del gobierno, ha sido desplegada.
La tormenta destapó fallas en el sistema de alerta, coordinación y previsión. ¿Seguirá en pie la desmantelación y el despido luego de la tragedia?