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Restricciones migratorias podrían “ensombrecer” Mundial de Fútbol 2026

Equipos y delegaciones técnicas podrían enfrentar demoras o restricciones para ingresar al país, especialmente aquellos provenientes de países con relaciones diplomáticas tensas con EEUU.

Photo by Peter Glaser / Unsplash

El Mundial de la FIFA 2026, que será organizado conjuntamente por Estados Unidos, Canadá y México, representa uno de los eventos deportivos más esperados de la década. Sin embargo, la participación de Estados Unidos como anfitrión enfrenta importantes desafíos, especialmente en el ámbito migratorio.

Las políticas restrictivas de inmigración que el país ha implementado en los últimos años podrían dificultar la logística del evento y afectar tanto la experiencia de los fanáticos como la de los equipos participantes.

Una de las principales preocupaciones es el acceso de aficionados internacionales al país. Estados Unidos tiene uno de los sistemas migratorios más estrictos del mundo, con procesos de visado complejos, requisitos rigurosos y políticas de exclusión para ciudadanos de ciertos países. Esto podría limitar significativamente la asistencia de hinchas provenientes de regiones como África, Medio Oriente o América del Sur, que constituyen una parte fundamental del colorido y la diversidad cultural del torneo.

Además, los equipos y delegaciones técnicas podrían enfrentar demoras o restricciones para ingresar al país, especialmente aquellos provenientes de países con relaciones diplomáticas tensas con Estados Unidos.

La negativa de visados o los retrasos en su emisión no solo comprometerían la equidad de la competencia, sino también la imagen de un evento que busca promover la inclusión y la diversidad.

Otro aspecto preocupante es el trato que podrían recibir migrantes y visitantes temporales durante su estadía. Las políticas migratorias recientes han sido objeto de críticas por violaciones a los derechos humanos, especialmente en la frontera sur del país. La posibilidad de controles migratorios excesivos, perfiles raciales o detenciones arbitrarias podría desalentar la participación de muchos visitantes, afectando directamente la asistencia a los partidos y el turismo asociado al evento.

La colaboración con México y Canadá agrega otro nivel de complejidad. Si bien estos países tienen políticas migratorias más flexibles, la falta de un sistema integrado para el tránsito de personas entre los tres países anfitriones puede generar obstáculos logísticos.

Un aficionado que desee seguir a su selección en diferentes sedes podría enfrentar múltiples procesos migratorios, aumentando los costos y el estrés del viaje.
Frente a este panorama, la FIFA y los organizadores locales tienen el reto de negociar con las autoridades estadounidenses la implementación de políticas excepcionales para el Mundial, como visados especiales para participantes y aficionados, corredores migratorios simplificados, y garantías de trato digno para todos los visitantes.

De no abordarse estos desafíos con anticipación, Estados Unidos corre el riesgo de empañar la celebración del torneo con controversias y exclusiones que van en contra del espíritu global del fútbol.