El gobierno de Netanyahu recibió uno de sus golpes más duros: el partido ultraortodoxo United Torah Judaism anunció que abandona la coalición. Aunque no significa su caída inmediata, sí marca una fractura clave que puede desencadenar el colapso de su mandato en los próximos meses. ¿La razón? El rechazo a un proyecto de ley que busca poner fin a las históricas exenciones del servicio militar para estudiantes religiosos, justo cuando el país sigue en guerra en Gaza y la presión por más tropas crece.
Sin el respaldo de UTJ, Netanyahu queda con apenas 61 de los 120 escaños del Parlamento, lo que lo hace extremadamente vulnerable al chantaje político de sus socios más radicales. Si otra facción religiosa se va (y ya lo están considerando) Netanyahu perdería la mayoría y quedaría en minoría, incapaz de gobernar. Además, con las negociaciones de alto al fuego en marcha, ceder demasiado a Hamás podría costarle aún más apoyo dentro de su coalición. El primer ministro se encuentra atrapado entre los extremistas de su gobierno y las presiones de la administración Trump, que exige terminar la guerra.
Los próximos días serán clave: Netanyahu tiene 48 horas para evitar que la renuncia de UTJ se haga efectiva. Podría ceder parcialmente a sus demandas o apostar por una tregua limitada de 60 días con Hamás, para después retomar la ofensiva. Pero con el tiempo en su contra y su base quebrada, el panorama empieza a parecerse más a una cuenta regresiva hacia elecciones anticipadas. Como advierten analistas israelíes, Netanyahu podría estar ante su último acto de escapismo político.