Walmart prometía precios bajos todos los días, hasta que llegaron los aranceles. ¿Te acuerdas esa famosa frase del presidente Trump “Eat the tariffs”? Bueno, está pasando, pero quien se está comiendo los altos precios somos nosotros.
El minorista solía ser el santuario del ahorro: entrabas por huevos y salías con 13 cosas que estaban en oferta. Pero últimamente, hasta ese paseo impulsivo por los pasillos de lo barato tiene un nuevo costo: las tarifas.
Desde que Trump empezó a subir aranceles a productos chinos (y de otros países), empresas como Walmart —que no son precisamente fans del Made in USA para todo— han empezado a ajustar precios. ¿La razón oficial? “Los márgenes no aguantan más.” La razón real: los consumidores sí.
¿Y quién termina pagando? Adivina.
- Un set de ollas “Beautiful” (sí, las de Drew Barrymore) subió de $99 a $149.
- El cochecito Graco pasó de $199 (con rebaja) a $299.
- Un sartén que costaba $25 ahora cuesta $32
- Los jeans Levi’s Signature subieron de $23.98 a $24.98. Un dólar aquí, otro allá… y ya duele.
Todo esto, según un análisis de precios en una tienda de Walmart en Nueva Jersey. Pero no es un caso aislado: los datos de Circana —una firma de investigación que rastrea lo que compramos y cuánto pagamos— muestran subidas de precios bien marcadas en productos importados.
- Productos para bebés: +27%
- Ropa tipo polo: +21%
- Vajilla casual: +23%
- Cafeteras y electrodomésticos pequeños: +12%
- Televisores: +12%
Incluso el café subió: un tarro de Folgers pasó de $16.43 a $19.24. Y eso que Brasil, de donde viene un tercio del café de Estados Unidos, aún podría enfrentar un arancel del 50%. Todo mal.
Aunque algunos retailers importaron stock por adelantado para evitar el golpe, no hay garantía de que la estrategia aguante. Según el vicepresidente de supply chain de la National Retail Federation, "las empresas están intentando adivinar qué hará Trump la próxima semana". Spoiler: nadie sabe.
Mientras tanto, las ventas de productos no esenciales ya cayeron 1% en unidades este año. Los consumidores siguen comprando comida, pero se están aguantando las ganas de renovar la licuadora.