La Casa Blanca presentó su plan de acción sobre inteligencia artificial y no se puso como timideces. La idea es clara: que EEUU no solo lidere, sino que defina los estándares globales en AI. Para eso, el plan propone menos regulación, más infraestructura y un paquete completo de exportación made in America. Todo con el objetivo de ganarle a China en la carrera tecnológica más importante del momento.
MENOS REGLAS, MÁS MAGA
El plan prioriza la velocidad sobre la cautela. Quiere reducir lo que llaman “burocracia” para permitir que el sector privado innove sin frenos, aunque incluye una excepción llamativa: evitar el “sesgo ideológico” en los modelos de lenguaje. Esto ha generado preocupación entre expertos, que advierten que esa cláusula podría volverse un arma política o ralentizar el desarrollo si las reglas se vuelven poco claras. Definir “sesgo”, ya sabes, es una zona gris.
TECH BROS EN LA CASA BLANCA
El anuncio fue respaldado por figuras clave de Silicon Valley y el evento de lanzamiento tuvo un aire de podcast techie con bandera estadounidense. Trump, con su estilo característico, comparó a la AI con un bebé hermoso al que hay que dejar crecer sin reglas “absurdas”. Mientras tanto, empresas como Nvidia, Oracle y SoftBank están poniendo miles de millones para convertir a EEUU en el epicentro mundial de esta tecnología. Y si alguien duda, que mire a China: su modelo DeepSeek está sacando canas en más de un boardroom.
AI SIN FRENOS, ¿PERO CON FRICCIONES?
Aunque el entusiasmo es alto, las críticas también llegaron rápido. Varias organizaciones de derechos civiles, sindicatos y expertos piden un plan más equilibrado, que también tenga en cuenta los riesgos: desde pérdida de empleos hasta impactos en la infancia. ¿Se puede liderar sin caer en una carrera desregulada? ¿Y quién decide qué sesgos se deben evitar? EEUU quiere liderar la AI, sí, pero si no define bien sus reglas, podría perder autoridad justo cuando más la necesita.