¿Será que este es el año de las teorías conspirativas? ¿O simplemente es una cortina de humo para tapar otras cosas? Sea como sea, la administración está intensificando su ofensiva sobre la investigación de la supuesta injerencia rusa en las elecciones de 2016 y cómo se orquestó una campaña en contra de Trump.
El gobierno esta vez está impulsando públicamente la posibilidad de procesar a funcionarios del gobierno de Obama, incluyendo al propio expresidente (tal como lo promovió Trump en un video creado con IA y subido a su plataforma favorita Truth Social).
Desempolvando files (pero no esos files que todos quieren ver). La directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, presentó documentos desclasificados que, según ella, revelan una “conspiración traicionera” para perjudicar a Trump durante la campaña. Aunque la base legal es incierta, la estrategia busca devolver el Russiagate al centro de atención, justo cuando el presidente enfrenta nueva presión por el caso Epstein.
¿Hacia dónde va la narrativa? El discurso oficial gira hacia una narrativa conocida: Trump como víctima de una operación política encubierta. La novedad es que ahora, esa narrativa no solo vive en redes o medios afines, sino desde de la Casa Blanca.
- Los documentos desclasificados provienen de una investigación del Congreso de 2017. Los archivos revelados por Gabbard corresponden a una revisión liderada por republicanos en el Comité de Inteligencia de la Cámara en 2017. Cuestionan el proceso analítico con el que las agencias de inteligencia concluyeron que Rusia interfirió en las elecciones de 2016, pero no presentan evidencia de actos criminales. Tampoco vinculan directamente a Obama con ninguna actividad ilegal.
- No hay nuevas pruebas que contradigan las conclusiones oficiales sobre la injerencia rusa. Las investigaciones del Senado, del FBI y del fiscal especial John Durham coincidieron en que Rusia sí intervino, aunque criticaron cómo se condujo la investigación inicial. Pese a esto, el Departamento de Justicia ya conformó un grupo de ataque contra el Russiagate para investigar evidencia desclasificada de la administración Obama. Legalmente, el umbral para procesar a Obama u otros altos funcionarios sigue siendo muy lejano.
- La ofensiva coincide con filtraciones sobre el caso Epstein que mencionan a Trump. El mismo día que se difundieron los documentos, el Wall Street Journal reportó que el nombre de Trump –supuestamente– aparece varias veces en los archivos del caso Epstein. Aunque el presidente no ha sido acusado, y el gobierno lo desmiente, otros medios confirmaron la información. La Casa Blanca calificó la historia como “fabricada” y Trump la atribuyó a una campaña de desinformación.
La coincidencia temporal entre ambas noticias sugiere que la reapertura del Russiagate también podría estar cumpliendo un rol político de control de daños.