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Tenemos un problema, Houston, y se llama South Park

Foto: captura de pantalla de video

Luego de decir que nunca más lo harían, lo volvieron a hacer.

South Park regresó a la pantalla, y en medio de tanta narrativa, el clásico de Comedy Central –simplemente– no pudo resistirse. El primer episodio (desde 2023) volvió a poner la comedia en el centro de la conversación: el programa retrató al presidente Trump en una relación con Satanás, rodeado de retratos desnudos de sí mismo y evitando hablar del caso Epstein. Cualquier parecido a la realidad es pura coincidencia. 

¿Le pagaron con la misma moneda?  Trump, que se encarga de mostrar un humor negro convertido en política, fue el gran protagonista en South Park. 

"Es extraño que cada vez que sale a la luz (la lista de Epstein), simplemente les digas a todos que se relajen", le dice el Diablo a Trump en el episodio estreno de South Park. ¿Qué demuestra esto? Es una señal de cómo la Casa Blanca perdió el control en la narrativa del caso Epstein. La serie rompió la contención de Washington y se infiltró (profundamente) en la cultura pop. 

¿Un nuevo problema para la Casa Blanca? Con un comunicado, que muestra que el mensaje llegó directo a la Oficina Oval, el gobierno descalificó a South Park como “irrelevante” y lo acusó de usar “ideas poco inspiradas” para llamar la atención. Ah, y por si no fuera suficiente, el episodio llega justo cuando Paramount —dueña de South Park— cerró un acuerdo con Trump tras una demanda millonaria, al tiempo que firmaba un contrato de más de mil millones de dólares con los creadores del show. 

Un cruce incómodo de intereses, visibilidad y narrativa.

South Park se convirtió en una referencia de comedia que rompe con los límites con un marcado tono antisistema. Que no censura ni le importa las consecuencias con tal de reflejar (a su manera) el poder en Washington. Se ha burlado –decenas de veces– de figuras políticas como George W. Bush, Barack Obama y Hillary Clinton. Critica a todos independientemente de las tendencias políticas. Un programa que sigue siendo esencia en la cultura estadounidense. 

En un clima donde el poder se mide tanto en votos como en narrativa, South Park volvió a mostrar que el humor no solo entretiene: incomoda, señala, y a veces, expone más que un comunicado oficial.

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