En Washington, DC, el lujo no solo se vive, se respira. Las agencias de personal doméstico están desbordadas con solicitudes para contratar gerentes de hogar, niñeras, chefs privados y personal de limpieza. ¿El motivo? La llegada de nuevos jugadores al tablero político y social de la capital, impulsados por el fenómeno conocido como el "Trump Bump". Este término, que suena a broma, es en realidad un terremoto que sacude el mercado de lujo en la ciudad.
La fiebre del oro (político)
El "Trump Bump" no es solo un capricho de los ricos, sino una realidad que ha sacudido el mercado inmobiliario y de servicios de lujo en Washington. Muchas de estas solicitudes provienen de personas adineradas vinculadas a la administración Trump o a su órbita política. Estas familias, acostumbradas a un estilo de vida de película, buscan personal que no solo mantenga sus mansiones impecables, sino que también entienda el protocolo diplomático y político de Washington.
Adam Cook, director de Old State Staffing, comentó a Axios que ha recibido más solicitudes de lo habitual al inicio de un segundo mandato presidencial. Cook, quien recientemente ayudó a dos miembros del gabinete de Trump a encontrar personal, asegura que muchos de estos nuevos residentes no están aquí por un rato; planean quedarse y establecer una base permanente para lo que esperan sea una era MAGA prolongada.
Casas que son más que casas
Los nuevos residentes no solo buscan personal, buscan transformar sus hogares en fortalezas sociales y políticas. Cook explicó que muchos están renovando sus hogares para recibir eventos políticos a gran escala, añadiendo entradas para el personal, cocinas comerciales y áreas de alojamiento para empleados. La discreción es la regla de oro: nadie quiere un chef privado que filtre conversaciones diplomáticas o listas de invitados. Dara Yates, fundadora de Seaside Staffing Co., incluso menciona que algunos clientes exigen autorizaciones de seguridad para su personal.
El mercado inmobiliario: un festín de millones
El "Trump Bump" también encendió el mercado inmobiliario de lujo. Entre noviembre de 2024 y enero de 2025, más de 56 propiedades en el área, con precios superiores a los $4 millones, se vendieron o entraron en contrato. Jim Bell, vicepresidente ejecutivo de TTR Sotheby’s International Realty, lo describió a Washingtonian como algo sin precedentes: "Nunca había visto algo de esta magnitud".
En diciembre de 2024, se registró la venta residencial más cara en la historia de DC: $25 millones en efectivo por la propiedad de Bret Baier en Foxhall Road. Y no es un caso aislado. Daniel Heider, también de TTR Sotheby’s, asegura que está vendiendo más propiedades en menos tiempo que nunca antes en su carrera. "No es un Trump Bump, es un Trump Surge", afirmó.
Más allá de las cifras
Para estos compradores, las casas no son solo hogares, son centros de operaciones. Bell explica que las preguntas más comunes de sus clientes giran en torno a la funcionalidad: "¿Dónde irá el catering? ¿Cuántas personas caben en el comedor? ¿Cómo organizamos un evento aquí?". Estas propiedades no solo deben ser impresionantes, deben ser prácticas para cenas políticas, reuniones estratégicas y, claro, fiestas que marquen agenda.
La demanda ha superado la oferta, especialmente en barrios como Georgetown, Kalorama y Massachusetts Avenue Heights. Michael Rankin, socio gerente de TTR Sotheby’s, asegura que podría vender tres casas en Georgetown, con precios entre $3 y $6 millones, en menos de un mes si tuvieran estacionamiento y jardín. Pero en este mercado, la privacidad es clave. Muchas transacciones se realizan fuera de los listados públicos, a través de redes privadas y acuerdos confidenciales.
¿Qué sigue?
El "Trump Bump" no solo transformó el mercado inmobiliario de lujo, también redefinió las dinámicas del servicio doméstico en Washington. La capital se convirtió en un epicentro donde el poder y el lujo se entrelazan, y donde las mansiones no son solo hogares, sino escenarios para influir en la política y la sociedad.
Mientras los multimillonarios compiten por las propiedades más exclusivas y el personal más calificado, Washington sigue consolidándose como un símbolo de opulencia estratégica. Este fenómeno no es solo una moda pasajera; es un reflejo de cómo el lujo y la política se alimentan mutuamente en una ciudad que nunca duerme. Y aunque el "Trump Bump" comenzó como un impulso político, su impacto sigue rugiendo en cada rincón del mercado de lujo.