ir al contenido

Call Center presidencial

Foto: EFE

Donald Trump no ha dejado atrás su estilo de diplomacia directa, y muchos líderes ya se adaptaron. Durante su segundo mandato, figuras como Emmanuel Macron, Mohammed bin Salman de Arabia Saudita y Keir Starmer de Reino Unido se han convertido en contactos frecuentes, pero no a través del Departamento de Estado, sino por mensajes de texto y llamadas personales. A veces discuten temas clave. A veces solo bromean por teléfono.

¿Call center presidencial? Pues eso parece. "Habla con muchos líderes mucho más de lo que nadie cree. Muchas de las llamadas son sobre temas específicos, negocios reales, pero también hay conversaciones más informales y personales", dijo una persona familiarizada con estas llamadas. 

Estos intercambios informales —que no siempre pasan por asesores o equipos de política exterior— han tenido efectos reales: más acuerdos bilaterales, más visitas, menos tensión. En la última cumbre de la OTAN, por ejemplo, Trump anunció que había cambiado de opinión sobre la alianza tras hablar con “grandes líderes” europeos. Poco después, accedió a aumentar la ayuda a Ucrania, siempre y cuando Europa pague la cuenta. ¿Coincidencia? Los mismos líderes aseguran que no: dicen que hablar directamente con Trump mejora la relación y los resultados.

Pero también está el lado menos comentado. Las conversaciones no siempre quedan registradas, las decisiones importantes se toman en medio de partidos de golf o llamadas nocturnas —como la que Trump le hizo a Starmer en mayo durante un partido de fútbol—, y algunos mensajes privados terminan publicados en redes. El presidente ha compartido capturas de texto de líderes como el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, dejando claro que lo privado es relativo.

Así que sí, hay menos fricción y más sintonía, pero también menos previsibilidad. Los líderes que buscan acuerdos parecen haber entendido que, con Trump, la vía institucional no es la más eficaz. Hoy, para influir en la política exterior de Estados Unidos, puede bastar con un número guardado en favoritos. Y eso —con resultados o sin ellos— también dice mucho de cómo se ejerce el poder.