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DC lucha contra el hambre y la censura por recortes federales

El banco de alimentos SOME opera al 50% de su capacidad, mientras que medios como WHUT y WETA han perdido hasta el 20.7% de su presupuesto anual.

Foto: FG Trade Latin.

Washington DC vive un momento crítico: los recortes federales no solo vacían despensas de alimentos, sino que también ponen en jaque a los medios públicos. Mientras vecinos, familias y organizaciones buscan cómo ayudar, la ciudad siente el peso de decisiones que afectan desde el desayuno de miles de niños hasta la voz de las noticias locales.

Menos comida para más personas

El banco de alimentos de So Others Might Eat (SOME) está operando a la mitad de su capacidad habitual. Los cortes en los programas federales de ayuda alimentaria han reducido las reservas de esta organización, que normalmente mantenía el 80% de sus estantes llenos. Ahora, ese porcentaje apenas alcanza el 50%.

La situación se agrava cuando escuchamos a Ralph Boyd, CEO de SOME: los despidos en el sector federal y los recortes presupuestarios han debilitado dramáticamente el sistema de apoyo. “El suministro nunca había bajado tanto. Alcanzamos niveles tan bajos como el 30% en los últimos meses”, afirmó Boyd a WTOP. La presión recae sobre la organización en el peor momento: cuando el calendario marca el regreso a clases y más niños necesitan desayunos y almuerzos.

Pero el impacto no termina ahí. La reducción de fondos en programas clave como USAID y USDA afecta no solo a las despensas regionales sino también a recursos internacionales. “No entiendo cómo alguien puede pensar que reducir la comida para quienes más lo necesitan es una buena idea”, lamentó Boyd. Miles de familias dependen de esta organización para conseguir desayunos y almuerzos escolares.

Una comunidad que responde

A pesar de los desafíos, la comunidad no se queda de brazos cruzados. Donaciones recientes a través de Amazon ayudaron a SOME a cubrir necesidades instantáneas, aunque Boyd advierte que el apoyo actual no se sostiene por mucho tiempo. “Podemos manejar estos déficits por ahora, pero no así de forma continua”, afirmó. Desde el 71 O Street Northwest, punto de recolección de alimentos, invitan a la comunidad a sumar productos no perecederos como pastas, cereales y verduras enlatadas.

Medios públicos en riesgo

El golpe de los recortes no se limita a la comida, también sacude al corazón informativo de la ciudad. Axios reveló que medios públicos como NPR y PBS tambalean tras la reducción histórica de $1,100 millones para la Corporación para la Radiodifusión Pública (CPB). Estaciones locales como WHUT, WETA y WAMU han perdido una parte vital de su presupuesto anual: el 20.7% de los ingresos de WHUT y el 16.4% de WETA TV venían de este fondo federal.

Aunque estas emisoras urbanas cuentan con más recursos que sus equivalentes rurales, dependen cada vez más de las donaciones de sus oyentes y televidentes. Estaciones como WETA incluso mencionaron que "afrontar el impacto será posible gracias al respaldo de nuestra audiencia". Sin embargo, las regiones rurales, con menor acceso a donantes privados, serán las más afectadas.

El papel vital de las noticias locales

Más allá del presupuesto, el peligro real es perder la voz de los medios locales. DC cuenta con 22.5 periodistas por cada 100,000 habitantes, casi triplicando el promedio nacional, que alcanza los 8.2. Estos profesionales no solo cuentan historias cercanas y relevantes, también cumplen un papel vital al emitir alertas y brindar información crítica en momentos de emergencia.

Efectos en cadena

Los despidos del gobiernos federal y recortes han generado un efecto dominó que enlaza las necesidades alimentarias con las mediáticas. Personas que antes donaban a bancos de alimentos o apoyaban a medios públicos, ahora buscan ayuda en esos mismos lugares. Boyd lo resume con crudeza: “muchos de nuestros antiguos donantes están comenzando a utilizar el banco de alimentos en lugar de contribuir”.

Mientras la demanda crece y los recursos se reducen, la comunidad de DC se enfrenta a un reto monumental: mantener una red de ayuda que, sin un apoyo más profundo, corre el riesgo de quebrarse.

La capital del país afronta desafíos que traspasan fronteras políticas o sociales, tocando lo más básico: la comida y la información confiable. Desde niños que necesitan desayunar para aprender hasta familias que dependen de los medios públicos para comprender su entorno, queda claro que la fuerza está en la unión. Ralph Boyd lo expresa con contundencia: “Estados Unidos no puede llamarse grande mientras permita que sus ciudadanos pasen hambre”. La resistencia y creatividad de las organizaciones comunitarias y los medios locales son alentadoras, pero la urgencia de encontrar soluciones de fondo nunca ha sido tan clara. Proteger el tejido social y cultural de DC es una tarea de todos, una responsabilidad colectiva que ya no admite postergaciones.