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No más consejos, solo control en el Pentágono: adiós think tanks, hola war room

En lugar de escuchar a generales retirados y académicos, ahora el foco está en volver letal al país aunque eso implique aislar al Departamento de Defensa de voces externas.

Foto: EFE

El Pentágono ya no está tomando café con los expertos de siempre. En un cambio –que sorprende– la administración decidió cortar su relación con los think tanks de Washington —esos centros de análisis que solían dictar parte de la ruta de la política exterior— y refugiarse en espacios más afines y leales. Adiós Aspen, hola War Room.

En lugar de escuchar a generales retirados y académicos, ahora el foco está en volver letal al país aunque eso implique aislar al Departamento de Defensa de voces externas. La estrategia no solo rompe con décadas de práctica, sino que deja a contratistas, asesores y hasta oficiales sin rumbo. ¿Y ahora con quién se supone que hablen? Tal vez con Bannon. O con nadie.

Todo en la War Room. El nuevo manual de comunicaciones internas del Pentágono, actualizado esta semana, recomienda que oficiales eviten declaraciones públicas “innecesarias” y mantengan “canales de difusión internos y confiables”. Traducción: nada de entrevistas incómodas ni foros con micrófonos abiertos. Hasta los off-the-record empiezan a sonar demasiado arriesgados.

  • El Pentágono suspendió toda participación en foros y conferencias organizadas por think tanks. La orden fue clara: ningún funcionario del Departamento de Defensa puede participar, ni presencial ni virtualmente, en eventos organizados por centros de análisis externos, como el Aspen Security Forum. Esto rompe una práctica histórica en la que los think tanks servían de puente entre el gobierno, la industria militar y el mundo académico. Ahora, cualquier intento de esos centros por acceder a altos mandos será visto como una intromisión, no como colaboración.
  • La estrategia busca controlar el discurso de defensa desde adentro, evitando filtros o críticas externas. Bajo el liderazgo del secretario Pete Hegseth, el Pentágono apuesta por una comunicación más vertical y dirigida, restringiendo el acceso de voces externas que antes influían en decisiones clave. Es un giro drástico respecto al modelo tradicional, donde la apertura era parte del proceso de formulación de políticas. La prioridad ahora es unificar el mensaje bajo la narrativa de America First y eliminar posibles contradicciones públicas.
  • Los sectores ligados a defensa—contratistas, investigadores, aliados—quedaron sin brújula. Las empresas que dependen de contratos del Pentágono y los analistas que solían anticipar movimientos estratégicos a través de estos eventos ahora se enfrentan a una muralla opaca. 

La desconexión genera incertidumbre sobre cómo se toman las decisiones y quién tiene acceso a la cúpula. Sin foros donde hacer preguntas ni canales para ofrecer ideas, el riesgo es que las malas decisiones se tomen en silencio, y que la falta de transparencia termine aislando al Pentágono incluso dentro del propio gobierno.